Se cumple hoy el centenario de la muerte de Luis Guanella, santo italiano, fundador de los  Siervos de la Caridad  (Guanellianos) y de las Hijas de Santa María de la Providencia (Guanellianas). En nuestra Archidiócesis de Santiago tenemos la suerte de contar, desde hace varios años, con una comunidad de religiosos Guanellianos y otra de religiosas Guanellianas. Nuestro Arzobispo les encomendó la atención de las Unidades Pastorales de Arca (O Pino) y Arzúa, así como la atención espiritual de los peregrinos que pasan por estas localidades pertenecientes al Camino Francés.

Este es un resumen de la vida de S. Luis Guanella:

Don Luis Guanella nació en Fraciscio de Campodolcino (Sondrio - ITALIA), el 19 de diciembre de 1842, hijo de Lorenzo y de María Bianchi. Terminados los estudios en el colegio Gallio y en el seminario diocesano de cómo, donde recibió la ordenación sacerdotal el 26 de mayo de 1866, ejerció su ministerio durante nueve años en la diócesis, primero en Prosto y después en Savogno.

Guiado por un impulso interno de ayudar a los más desfavorecidos, pasó tres años con Don Bosco, que le acogió como uno de los suyos y le manifestó gran cariño. Quiso mandarle de misionero a Argentina, pero al final no pudo ser.

Volvió a trabajar a la diócesis donde había sido reclamado, esperando confiadamente que sonase, como solía decir, la hora de la Providencia, para comenzar aquellas obras de caridad por las que sentía un atractivo natural y vocación divina. Entre dificultades de todo género, desconfianzas, incomprensiones, persecuciones, vio truncarse ya en los inicios todas las posibilidades de trabajo. Sin embargo, con gran fe, “esperó la hora de la Providencia”.

El Obispo le mandó a Pianello Lario, a suceder a Don Carlos Coppini, de quien heredó un pequeño grupo de jóvenes comprometidas y bien formadas que querían seguir a Jesús en la vida religiosa. Cinco años fueron suficientes para que el grupo se convirtiese en una organización dispuesta a confiar y a seguir las huellas del padre. Una tarde de abril del 1886, una pequeña barca sale de Pianello hacia Como. Iban en ella además del barquero, dos hermanas, niñas huérfanas y algunos pobres utensilios. Era el salto a la ciudad, la primera experiencia de “misión”.

Allí se consolidó la Obra entre pruebas, contratiempos y persecuciones. El grano de trigo se convirtió en espiga. Se multiplicaron las Casas. Las dos Congregaciones que él había fundado, las Hijas de Santa María de la Providencia y los Siervos de la Caridad le ayudaron a hacer posible su sueño: que muchos pobres (ancianos, niños, discapacitados, etc…) tuvieran una casa, una familia, formación, asistencia, calidad de vida. En 1903 fundó en Roma con la ayuda de su amigo Pío X.

En 1913 y a pesar de sus setenta años parte para Estados Unidos, quiere que llegue hasta allí su obra para ofrecer ayuda a los emigrantes italianos.

En Enero de 1915 acudió inmediatamente para ayudar a los damnificados en un terremoto que asoló una de las regiones de Italia. Tenía un corazón enorme.

Esta fatiga y otras muchas desgastaron sus energías y aceleraron su fin. Muere en Como el 24 de octubre de 1915. Denominado «padre de los pobres», Pío XI lo consideró el «Garibaldi de la caridad».

En 1964 fue beatificado por Pablo VI, el cual dijo de él: “su obra es obra de Dios, es santa, es buena”. Benedicto XVI lo canonizó el 23 de octubre de 2011. Su cuerpo se venera en el Santuario del Sagrado Corazón en Como.
Delegación para el Clero de Santiago de Compostela
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