“Fue una experiencia muy fuerte, en el sentido de que nos permitió entrar en contacto sobretodo con el mundo de la pobreza material, del sufrimiento y de la debilidad humana en general”. Así resume Sidónio José Alves de Sousa su experiencia en el campo de trabajo en Lima, Perú, en el que han estado seminaristas de nuestra Archidiócesis. Asegura que tuvieron “la oportunidad de verificar que aquel pueblo tiene una fe más profunda que nosotros” y que “viven su fe con más intensidad, con más entrega, más entusiasmo, porque viviendo en medio de una sociedad aún muy marcada, además de por la pobreza material, por fenómenos como la corrupción, el clientelismo, la violencia, tráfico de todo tipo, el robo, entre otros, sienten que la única realidad segura, y en quien pueden confiar, es en Dios.

Sidónio José Alves de Sousa asegura que es un “pueblo muy afable, muy hospitalario y cariñoso”. Y explica que “fuimos muy bien recibidos y tratados tanto por parte de las autoridades eclesiásticas y civiles, como por parte de todo el pueblo. En este sentido, como tuvimos oportunidad de compartir con ellos, fue más lo que ellos nos aportaron que lo que nosotros les transmitimos”.

“Una de las cosas que nos hicieron ver fue”, explica, “que nosotros, los europeos, por un lado estamos más desarrollados que ellos a nivel económico, pero a nivel espiritual nuestros países están enfermos, una vez que el clima que se respira en Europa, ya de algunas décadas a esta parte, es un clima marcado por fenómenos como el materialismo, individualismo, un capitalismo salvaje, egoísmo, hedonismo, un fuerte alejamiento de la Iglesia, una sociedad en general muy secularizada que allí aún no se ve”.

Para Sidónio José Alves de Sousa, “más allá de haber sido una experiencia humanamente muy enriquecedora, esta vivencia contribuyó fuertemente para fortalecer mi fe y también mi vocación”.
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