—A lo largo de este año van a comenzar nuevas restauraciones en la Catedral, por lo que se estará interviniendo a la vez en cuantiosos puntos como las torres de la fachada del Obradoiro, la peineta, el cimborrio, el Pórtico de la Gloria... ¿Hay precedentes?

—En el siglo XX hubo intervenciones muy importantes, pero el reto ahora es que todas las obras se ejecuten coordinadamente con la Catedral abierta y funcionando. Esto supondrá un esfuerzo. Creemos que es posible porque en esta fase son todo actuaciones en el exterior. Si conseguimos empezar a realizar los trabajos a partir de las inversiones que ha comprometido el Gobierno, ahí sí habrá mayor complejidad.

—Durante algún tiempo llevaron a cabo una campaña para convencer a la sociedad de la importancia de que se involucre económicamente en la conservación de la Catedral al margen de las administraciones. ¿Se ha logrado?

—Es un proceso muy lento. Las administraciones o entidades como la Fundación Barrié se han comprometido con cantidades importantes para obras de gran calado. Con los programas de mecenazgo se están obteniendo algunos recursos, pero muy limitados. Si lográramos que buena parte de la sociedad se implicase en la restauración y rehabilitación de la Catedral, llegaríamos a obtener una financiación que liberase a las administraciones del esfuerzo que están realizando. Es verdad que con el asunto del «Códice» cualquiera me podría decir que da la impresión de que no hay ningún problema de financiación en el santuario, y realmente no es así. Hemos vivido varios ejercicios de déficit para intentar afrontar un mantenimiento mínimo. A veces no se es suficientemente consciente de lo que cuesta mantener la Catedral abierta sin cobrar entrada.

—Condenado el ladrón por lo ocurrido, ¿habrían preferido que el caso terminara aquí y no hubiera recurso de la defensa ante el Tribunal Supremo?

—El derecho a la tutela judicial efectiva existe y el que se ve inmerso en un proceso así tiene abierta esa posibilidad. ¿Si nos preocupa el recurso? Realmente no. El contenido de la sentencia es muy claro y la argumentación, sólida, con independencia de que eso lo tiene que valorar un tribunal superior. Desde la Catedral, a pesar de este proceso, no nos hemos visto ni limitados ni espoleados a la hora de actuar. Puestos ante la evidencia de que era necesario reordenar por completo la gestión económica, se ha hecho con todo rigor.

—¿Cómo se le explica a los ciudadanos que no hay dinero suficiente cuando han conocido un descontrol que permitió robar casi dos millones?

—Con independencia de que se puedan dar muchas explicaciones y se nos comprenda más o menos, lo que suelo comentar es que la Catedral es una entidad que, sobre todo, gasta. Y gasta en la medida que tiene. No está a beneficio. Fue más fácil que se pudieran producir estas situaciones que ahora, aplicando modelos de gestión moderna con mucha exigencia, no deben suceder. A veces, por inercias y por pretender atajar otros problemas, en vez de contrastar protocolos de funcionamiento, se han producido situaciones tan lamentables como las que nos encontramos a raíz del robo. Son estas cosas que pueden suceder cuando uno se confía. En todo lo que tiene que ver con la gestión económica y con la gestión del patrimonio, hay que mantener protocolos actualizados y testados. En nuestra política de transparencia está publicar la contabilidad. En 2012 se dieron muchas explicaciones y en pocas fechas se expondrán las cuentas de 2014.

—¿Cuánto han necesitado elevar su gasto en seguridad desde entonces?

—En los primeros momentos se hizo una inversión muy importante en equipamientos. Aún pretendemos ir mejorándolos mucho más no sólo para proteger el patrimonio, sino también a las personas. Tenemos una serie de documentos de trabajo que parten de un ideal y hasta llegar a él nos falta mucho. Estamos en un estadio muy avanzado. Se ha invertido mucho y se está manteniendo un sistema de vigilancia y seguridad que responde a lo que podemos financiar, pero con un esfuerzo muy grande tanto por parte de las empresas contratadas como del personal de la Catedral. Tenemos un plus por el cuidado que se está poniendo. Los trabajadores están muy sensibilizados. Puedo decir, por ejemplo, que algunas empresas que vienen a prestar servicios a la Catedral nos dicen que en otros sitios no se les piden tantas exigencias, pero están en nuestros protocolos.

—¿Ese plus del personal viene dado porque se saben en el punto de mira?

—Son conscientes de que es un lugar muy especial y se les ha preparado mucho. También en cuestiones como incendios o en prevención ante emergencias. En dos años, aunque ya desde mediados de 2011, hemos realizado una actividad importante y apasionante.

—¿Los números como están?

—Este año hemos equilibrado presupuesto y es importante: no podíamos mantener el déficit indefinidamente. Hay que tener en cuenta que cada vez que hay un aporte de fondos públicos para obras, también nos cuesta dinero a nosotros porque asumimos partes. En los últimos años estábamos superando niveles de déficit que no podíamos permitirnos. Era urgente solucionarlo.

—¿La aspiración a medio y largo plazo es que la Catedral de Santiago llegue a ser entonces autosuficiente?

—Efectivamente, pero este no es un santuario como Fátima, donde hay una serie de explanadas alrededor a través de las que obtiene retornos. Aquí es difícil generar —por actividades culturales o museísticas— suficientes retornos, y eso que funcionan muy bien.

—De lo que no hay duda es que el caso del «Códice» ha sido una oportunidad para mejorar en muchos aspectos.

—Cualquier empresa o particular que se acerque a la Catedral y que la conozca sabe que eso es así. La realidad hoy no tiene nada que ver con lo que había antes. La Catedral ya trabajaba en hacer una gestión más moderna y por eso se creó en 2007 la Fundación. Se miraba cómo poner actividades en manos de un ente vinculado al cabildo que fuera más ágil... Se veía necesario. El robo nos forzó a acelerar los tiempos y, en ese sentido, puede haber sido positivo porque lo ha precipitado. Lo hemos hecho con mayor celeridad. El esfuerzo ha sido importante y en algunas ocasiones eso no ha trascendido.
 Abraham Coco/
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