EL IMPERMEABLE
El diagnóstico del médico no ofrecía dudas: “su marido padece una otitis: la “otitis del pimiento”. La escucha a vd. perfectamente, pero le importa un pimiento lo que le dice…” . En las sociedades de bienestar, nos “resbala” casi todo. ¿Y las llamadas de Dios? ¡Buff! A veces, Él grita a nuestro lado pero resulta imposible oír su voz.
Nuestros propios vicios y egoísmos nos afectan al “oído”. Al sr Baldomero le encantaba “o touciño”, pero sabía que le sentaba fatal. “Miña filla, quítamo de diante, fai o favor”; así trataba de gobernar su pasión por el porcino elemento. “Non me gustou nadiña o médico que tocou hoxe…” Así decía la sra. Lelita: le había escuchado perfectamente al doctor: “tiene que bajar 20 kilos, caminar, etc…” No interesaba.
Jesucristo nunca ha tratado de convencernos mediante obligaciones. La verdad, estamos un poco cansados de tantos “aros” por los que nos hacen pasar: recibos, impresos, impuestos, etc. No nos libramos. La fe no cobra ni amenaza con un contrato de permanencia: “no hay que exagerar con ella; ya cumpliré a mi manera”.
Da gusto ver que alguien “se moja” ante cualquier problema. Que no le da igual. Que, aquellas palabras “aquí me tes para o que faga falta”, no son un “quedabién”, sino que le ilusiona poder ayudar. Me emocionó profundamente ver al Papa con su impermeable paseando entre tantos filipinos azotados por el temporal.
Ante una lluvia torrencial de problemas, un chubasquero no libra de la mojadura. Pero se comparte el “agua” de los que lloran y se encomiendan a la Providencia. Y una “voz”, dentro, quiere ayudarles. Ojalá me guste acabar así de “empapado”.
El diagnóstico del médico no ofrecía dudas: “su marido padece una otitis: la “otitis del pimiento”. La escucha a vd. perfectamente, pero le importa un pimiento lo que le dice…” . En las sociedades de bienestar, nos “resbala” casi todo. ¿Y las llamadas de Dios? ¡Buff! A veces, Él grita a nuestro lado pero resulta imposible oír su voz.
Nuestros propios vicios y egoísmos nos afectan al “oído”. Al sr Baldomero le encantaba “o touciño”, pero sabía que le sentaba fatal. “Miña filla, quítamo de diante, fai o favor”; así trataba de gobernar su pasión por el porcino elemento. “Non me gustou nadiña o médico que tocou hoxe…” Así decía la sra. Lelita: le había escuchado perfectamente al doctor: “tiene que bajar 20 kilos, caminar, etc…” No interesaba.
Jesucristo nunca ha tratado de convencernos mediante obligaciones. La verdad, estamos un poco cansados de tantos “aros” por los que nos hacen pasar: recibos, impresos, impuestos, etc. No nos libramos. La fe no cobra ni amenaza con un contrato de permanencia: “no hay que exagerar con ella; ya cumpliré a mi manera”.
Da gusto ver que alguien “se moja” ante cualquier problema. Que no le da igual. Que, aquellas palabras “aquí me tes para o que faga falta”, no son un “quedabién”, sino que le ilusiona poder ayudar. Me emocionó profundamente ver al Papa con su impermeable paseando entre tantos filipinos azotados por el temporal.
Ante una lluvia torrencial de problemas, un chubasquero no libra de la mojadura. Pero se comparte el “agua” de los que lloran y se encomiendan a la Providencia. Y una “voz”, dentro, quiere ayudarles. Ojalá me guste acabar así de “empapado”.