Mons. Claudio María Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, impartió hoy una conferencia sobre “Las tecnologías de la información en la Evangelización”, durante el Congreso Nacional de Teología para Laicos, celebrado en Barranquilla (Colombia).
El Arzobispo Celli recordó que tanto los laicos como los consagrados
están llamados a comunicar “la Buena Nueva que Cristo nos anunció,
descubriendo constantemente nuestra vocación misionera”. El mensaje de
Cristo, que es “el mismo ayer, hoy y siempre”, “no pasa de moda, pero sí
que necesita de cada bautizado para ser portador de esta Buena Nueva”.
Por tanto, “la relación entre la comunicación y la Iglesia,
actualmente, no es un problema de tecnología, sino que toca la dimensión
más íntima de la vida de la Iglesia: el amor a los hombres y mujeres”.
En el mundo actual “hace falta una Iglesia que acompañe en el camino
poniéndose en marcha con la gente”.
Por ello, Mons. Celli presentó algunos elementos a tener en cuenta para mejorar la comunicación dentro y fuera de la Iglesia.
En primer lugar, “una presencia cristiana en el mundo de las
comunicaciones no tendrá la pretensión de ser los únicos que tienen la
razón, sino será una presencia respetuosa y dialogante, buscando abrir
nuevas puertas para la transmisión de la verdad. Al respecto, el
iluminante magisterio del Papa Benedicto XVI afirma:
«La convivencia de la Iglesia, con su firme adhesión al carácter perenne
de la verdad, con el respeto por otras “verdades”, o con la verdad de
otros, es algo que la misma Iglesia está aprendiendo»”.
Al mismo tiempo, “la presencia cristiana en los nuevos espacios de
comunicación también ha de ser una presencia crítica y que diferencia el
bien del mal; cuidando de no caer en un optimismo ingenuo, ni en las
exageraciones de imaginar que la Evangelización se realiza sólo
bombardeando mensajes religiosos; o pretender que el discipulado en las
nuevas tecnologías está desligado de un verdadero encuentro
interpersonal y comunitario. Hemos de tender siempre a la comunión, a la
comunidad y al servicio”.
Mons. Celli destacó en tercer lugar que “los nuevos medios son
diferentes. Yo puedo hablar, reflexionar, decir algo. Si a los demás les
gusta, o no están de acuerdo, o tienen algo que añadir, me lo harán
saber. Hay interacción, hay participación. Si digo algo, debo estar
preparado para recibir preguntas y dar respuestas, para llevar adelante
un diálogo real. Debemos afrontar las preguntas aunque esto exija tiempo
y, sobre todo, preparación”.
Otro punto importante se refiere al lenguaje: “Pensemos bien al
utilizar una terminología sencilla para explicar nuestra fe; no demos
por supuesto que las personas conocen el significado de muchas de las
palabras que utilizamos, incluidas palabras como ‘evangelización’,
‘reconciliación’ o ‘salvación’. Seamos cuidadosos al hablar de la
teología o de la liturgia: hablar difícil no es sinónimo de
inteligencia”.
Y ello porque “si conseguimos que las personas participen, podrán
caminar junto a nosotros, y entonces podremos exponer ideas más ricas y
articuladas; pero para esto será necesario que hablemos un lenguaje que
llegue al corazón antes que a la mente”.
También en la era digital, el testimonio tiene un papel
insustituible: “La gente nos juzga por lo que ve o lo que comprende
sobre nosotros. Por eso el testimonio ha sido siempre un modo
privilegiado de comunicar el Evangelio. Para alcanzar este objetivo,
hemos de tener una renovada conciencia de quiénes somos; siendo
auténticos, coherentes, respetuosos con los demás en el modo en que nos
comportamos, en lo que decimos, en la paciencia y la tolerancia que
mostramos. En todo ello, los demás pueden ver algo que les mueva a
pensar que allí hay algo genuino que vale la pena conocer”.
En este punto, Mons. Celli destacó la importancia de los laicos a la
hora de “dialogar con otras personas en un lenguaje apropiado para
ellas, en una cultura y en un contexto que funcione para ellas; de forma
que no se escuche solamente la voz del Papa, sino que cada uno de
nosotros aporte su propia respuesta a la pregunta ‘¿Y quién dices que
soy Yo?’”.
Para concluir, el Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales citó la enseñanza del Papa Francisco
en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones de este año
2014: “No se trata de reconocer al otro como mi semejante, sino de ser
capaz de hacerme semejante al otro. Comunicar significa, por tanto,
tomar conciencia de que somos humanos, hijos de Dios” .