"Quien es médico, ciencia de medicina ha de tener para enseñar; y lo que el cura ha de enseñar es la fe y costumbres cristianas. [...] Y, para que esto se haga con fruto, menester es que el tal cura sea medianamente docto en la ley de Dios, que está en su Santa Escritura, porque en ella está lo que conviene para estos efectos, como dice San Pablo: "Omnis Scriptura divinitus inspirata, utilis est ad docendum, ad arguendum, ad corripiendum, ad erudiendum in iustitia" ("Toda Escritura inspirada por Dios es útil para enseñar, para persuadir, para reprender, para educar en la justicia" ) (2 Tim 3, 16); y así, conviene que sepa la Sagrada Escritura, aunque no las dificultades, mas lo llano de ella.
Y porque los santos doctores, como alumbrados de Dios y experimentados en las curas de las enfermedades espirituales, han escrito muchas cosas muy provechosas para el conocimiento y medicina de las tales enfermedades, y muy saludables recetas para conservar la salud alcanzada y para enseñar y persuadir el camino de Dios, conviene que el cura sea leído en la lección moral de los santos, pues sin ella ni entenderá seguramente la Sagrada Escritura y hará muchos yerros en la cura de las ánimas por no aprovecharse de los avisos de los médicos que Dios nos dio".
San Juan de Ávila, Tratado sobre el sacerdocio, 38