"El sacerdote en el altar representa en la Misa a Jesucristo nuestro Señor, principal sacerdote y fuente de nuestro sacerdocio; y es mucha razón que quien le imita en el oficio, lo imite en los gemidos, oración y lágrimas que en la Misa que celebró el viernes santo en la Cruz, en el monte Calvario, derramó por los pecados del mundo: et exauditus est pro sua reverentia (Y fue escuchado por su actitud reverente) (Heb 5, 7), como dice S. Pablo. En este espejo sacerdotal se ha de mirar el sacerdote para conformarse en los deseos y oración con Él; y, ofreciéndolo delante del acatamiento del Padre por los pecados y remedios del mundo, ofrecerse también a sí mismo, hacienda y honra, y la misma vida, por sí y por todo el mundo; y de esta manera será oído, según su medida y semejanza con Él, en la oración y gemidos."
 
S. Juan de Ávila, Tratado sobre el sacerdocio, 10

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