"Los que miran la sobrefaz de las dignidades y no entran en la consideración profunda de las obligaciones que traen anejas consigo, aliende de recibir engaño, reciben muy grave daño. Porque, encandilados con aquel resplandor exterior que aficiona a los que arrojándose inconsideradamente a aquello que de fuera parece tan honroso, deleitable y seguro, mas después tórnaselos de mucho peligro y causa de grave condenación por haberse obligado a cosa para el cumplimiento de la cual no tenían merecimiento ni fuerzas. Y por muy dulce que les fue el aceptar, es mucha más amarga la cuenta. Y entonces, aunque tarde, entienden cuánto más cuidado y presencia ha menester para no caer quien anda por alto; y, si cae, cuánto más se lastima que quien anda por la tierra llana; y, por eso, quien toma dignidad alta, piense en la cuenta estrecha, porque cuanto más alta es la mujer, tanto su marido tiene mayor carga par cumplir con su honra".

San Juan de Ávila, Tratado sobre el sacerdocio, 4

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