¿Qué luz ofrece para mi vida la palabra de Dios?
El hombre occidental de estos tiempos, considera
que tiene múltiples caminos, todos ellos en el ámbito de la ciencia,
para conocer el bien y poder alcanzarlo. Su autosuficiencia le lleva en
la práctica a creer que puede prescindir de Dios. Sin embargo, aunque la
ciencia tenga acceso a muchos sectores del bien, nunca puede conocer
todo lo que existe, y menos todavía poner en práctica con resolución lo
que podría conducirle a la felicidad. Incluso en el ámbito simplemente
humano hay realidades que se le escapan a la ciencia. Que se lo digan si
no a una madre, quien conoce cómo va a actuar su hijo, por ese sexto
sentido que ella tiene, y que se le escapa a la ciencia.
La Biblia recoge la Palabra de Dios, que el Señor ha ido ofreciendo a
algunos creyentes que se fiaban de Dios, una serie de lecciones que han
ido sirviendo a los hombres de los diversos momentos de la historia.
Vemos cómo Noé y después Abraham, Isaac y Jacob, se han dejado
aleccionar por el propio Dios, que a su vez no solo les hablaba al
corazón, sino que se mostraba fiel a sus promesas. En casos de
encontrarse en situaciones delicadas, Dios salía en auxilio de ellos y
de sus descendientes, y los liberaba de aquellas situaciones
comprometidas. De ese modo, cuando los descendientes de Jacob sufrían
esclavitud en Egipto, el Señor suscitó a Moisés, que los liberó de
aquella opresión. Huyeron a la tierra que Dios había prometido a
Abraham, y el Señor los acompañó a lo largo del desierto,
proporcionándoles comida y haciendo Alianza con ellos en el monte Sinaí,
con diez mandamientos para regular la vida del pueblo. El Señor mandó a
Moisés ponerlo por escrito en un libro, para que sirviera a todas las
generaciones. Más adelante el Señor suscitó a los profetas, quienes,
proclamando lo que el Señor les transmitía, indicaban al pueblo lo que a
Dios le agradaba, y que era lo más beneficioso para ellos. Así lo decía
el Señor: cumplid esos mandatos que yo os formulo, de modo que viváis
largos años, felices en la tierra que yo os doy. De ese modo el Señor
les revelaba lo que procedía hacer, de modo que pudieran llegar a la
tierra prometida, que era como un anticipo de lo que será la vida
eterna, que el Señor nos quiere dar.
Dice la Carta a los Hebreos que el Señor, que nos había hablado por
medio de los profetas, en la plenitud de los tiempos nos ha hablado por
medio de su Hijo, constituido en Palabra encarnada. Quien le ve a él, ve
al Padre; y quien le escucha a Él, escucha al Padre. A las Sagradas
Escrituras, que nos habían dejado Moisés, los Profetas y otros Sabios,
se añaden las que los Apóstoles y otros discípulos nos han dejado en
torno a las palabras y a las obras de Jesús. Algunos, como San Pablo, se
refieren también a la Sagrada Escritura de modo genérico, diciendo, en
su 2ª Carta a Timoteo, que, al haber sido inspirada por Dios, es
provechosa para enseñar, para corregir, para educar en la justicia. En
esa línea ya decía un salmista que, a lo largo de nuestra vida, la
palabra de Dios es luz para nuestro camino y fuerza para nuestros pasos.
Hoy la Iglesia nos ofrece en las lecturas de la Biblia que se
proclaman en la Eucaristía las palabras que Dios quiere hacer llegar a
nuestra mente y a nuestro corazón, para orientar nuestra vida. A diario
establece que en la Eucaristía se proclamen dos lecturas, siendo siempre
una de ellas un pasaje evangélico. Los domingos nos ofrece una más, sea
del Antiguo o del Nuevo Testamento. A lo largo de la Cuaresma se
proclaman muchos pasajes de los libros proféticos. Ahora, en el Tiempo
Pascual, se tiene siempre una lectura del libro de los Hechos de los
Apóstoles, referida a los primeros pasos de la Iglesia. Es importante
que, siguiendo las enseñanzas de la Sagrada Escritura, configuremos
nuestra vida partiendo de la visión de Dios, siempre más amplia y más
certera que la del ser humano.
Para ampliar más sobre esta cuestión:
1) L. Alonso Schökel y otros, Concilio Vaticano II. Comentarios a la Constitución Dei Verbum, sobre la Divina Revelación, B.A.C., Madrid 1969. Ha habido otras ediciones, pero esa fue la 1ª.
2) J. Fernández Lago, “La Palabra de Dios en la Vida de la Iglesia”, en Collectanea Scientifica Compostellana, nº 38, pp. 39-56.
3) El documento de la P.C.B. sobre ¿Qué es el hombre? El Documento de la Pontificia Comisión Bíblica, está en italiano, inglés…,
pastoralsantiago.es