“María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume” (Juan 12, 1-11). Jesús avanza hacia la Pascua. Hacia su Pascua y hacia la nuestra. Y María, que en su corazón de mujer intuye el dolor en el Corazón del Maestro, toma una libra de nardo, auténtico y costoso, y hace un precioso gesto de amor y adoración. Fíjate que dice el texto que era nardo auténtico. Ella lo entrega todo y de verdad. ¿Y yo? Le entrego de verdad todo al Señor, toda mi vida, con todo mi amor y con plena adoración?  Despojémonos, entreguémonos sin medida al Señor, a Aquel que nos lo ha dado todo en Él; y toda la casa, la Iglesia, el mundo entero… se llenará de perfume de amor y santidad.

Kiki Troia, interpretado con MaryCarmen – Te entrego mi vida   https://youtu.be/LI74P2AOJWw
“Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro partes, uno para cada soldado, y la túnica. Esta era sin costura, de una pieza, tejida de arriba abajo. Por eso se dijeron: no la rompamos; echemos a suerte a ver a quien le toca…» (Jn 19, 23-24). Jesús desnudo. Nos recuerda su encarnación: «Se despojó de su rango». En realidad, todo lo que le hacen los hombres ya lo había aceptado Él primero. Todo ya lo había entregado, ofrecido. «Nadie me quita la vida, sino que yo la entrego libremente» (Jn 10, 18). Y en aquel hombre, desnudo, «expuesto»… reside toda la plenitud: es el resplandor de la gloria de Dios.

ACTUALIDAD
Tantos y tantos despojados de su dignidad, libertad, respeto… Todos los privados de los más elementales derechos. Las personas humilladas, calumniadas, condenadas injustamente, torturadas. Los indefensos ante la violencia y la prepotencia.

TÚ, YO, NOSOTROS
Cuando quitamos a alguien su dignidad con nuestros chismes, maledicencias, sospechas. Cuando tratamos a las personas como cosas y nos aprovechamos de ellas. Cuando somos groseros, entrometidos, indiscretos y pisoteamos la intimidad del otro. Las veces que no hemos sabido guardar un secreto, una confidencia. Y cuando dejamos al descubierto los defectos de los otros e ignoramos sus cualidades.

Señor Jesús, enséñame a entrar en el misterio de la persona con profundo respeto. Cualquier hombre es un tabernáculo. Y toda ofensa a su dignidad es profanación de un lugar sagrado.»Quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado» (Ex 3, 5).
pastoralsantiago.es

    Web oficial de San Juan de Ávila

    Sobre San Juan de Ávila