Si le comunicas las emociones
negativas que te producen las palabras o actos de la persona a la que
amas en formas de mensajes personales, tipo “Yo me siento…cuando tú
haces o dices…”, no se sentirá juzgada y te comprenderá mejor.
Es importante la capacidad de expresar lo que uno siente sin
lastimar; utilizar un lenguaje y un modo de hablar que pueda ser más
fácilmente aceptado o tolerado por el otro, aunque el contenido sea
exigente; plantear los propios reclamos pero sin descargar la ira como
forma de venganza, y evitar un lenguaje moralizante que sólo busque
agredir, ironizar, culpar, herir (Francisco, La alegría del Evangelio,
139)
No salga de vuestra boca palabra
dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y
hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcáis al Espíritu Santo
de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda
acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad,
desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros,
entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo (Ef.
4, 29-31)
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Foto: Miguel Castaño