El
mes de mayo está dedicado tradicionalmente a María y por ello el Papa
ha querido escribir una carta a los católicos del orbe precisamente en
este periodo en "el que el pueblo de Dios manifiesta con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María".
Tal y como recoge Cari Filii News,
el Santo Padre explica en esta carta que en mayo es tradición rezar el
Rosario en casa con la familia. “Las restricciones de la pandemia nos
han obligado ‘obligado’ a valorizar esta dimensión doméstica, también desde un punto de vista espiritual”.
De este modo, en su carta el Papa asegura que ha pensado proponer a todos los católicos que “redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa
durante el mes de mayo. Ustedes pueden elegir, según la situación,
rezarlo juntos o de manera personal, apreciando lo bueno de ambas
posibilidades. Pero, en cualquier caso, hay un secreto para hacerlo: la
sencillez; y es fácil encontrar, incluso en internet, buenos esquemas de
oración para seguir”.
Además, el Pontífice ofrece dos oraciones a la Virgen que se pueden recitar al final del Rosario y que él mismo dirá durante este mes de mayo, para estar “unido espiritualmente a ustedes”.
“Contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá todavía más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba.
Rezaré por ustedes, especialmente por los que más sufren, y ustedes,
por favor, recen por mí. Les agradezco y los bendigo de corazón”,
escribe el Papa.
Estas son las dos oraciones propuestas por Francisco:
Oración 1
Oh María,
tú resplandeces siempre en nuestro camino
como un signo de salvación y esperanza.
A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo romano,
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que lo concederás
para que, como en Caná de Galilea,
vuelvan la alegría y la fiesta
después de esta prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que Jesús nos dirá,
Él que tomónuestro sufrimiento sobre sí mismo
y se cargó de nuestros dolores
para guiarnos a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección. Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios,
no desprecies nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
Oración 2
«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».
En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y
angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y
Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.
Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en
esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran
confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces
sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están
angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de
las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de
un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el
trabajo.
Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia
que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de
esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo,
pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las
víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.
Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a
los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera
línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico
esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.
Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y
a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico,
tratan de ayudar y sostener a todos.
Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de
ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este
virus.
Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con
sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo
necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de
largo alcance y con un espíritu de solidaridad.
Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de
dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de
armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la
prevención de futuras catástrofes similares.
Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de
pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo
que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario,
salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de
miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la
constancia en la oración.
Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos
atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta
terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con
serenidad.
Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo
de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce
Virgen María! Amén.
ReligiónenLibertad