Vamos a instituir, pues, una escuela del servicio divino. Y, al organizarla, no esperamos disponer nada que pueda ser duro, nada que pueda ser oneroso. Pero si, no obstante, cuando lo exija la recta razón, se encuentra algo un poco más severo con el fin de corregir los vicios o mantener la caridad, no abandones en seguida, sobrecogido de temor, el camino de la salvación, que forzosamente ha de iniciarse con un comienzo estrecho. Mas, al progresar en la vida monástica y en la fe, ensanchado el corazón por la dulzura de un amor inefable, vuela el alma por el camino de los mandamientos de Dios. De esta manera, si no nos desviamos jamás del magisterio divino y perseveramos en su doctrina y en el monasterio hasta la muerte, participaremos con nuestra paciencia en los sufrimientos de Cristo, para que podamos compartir con él también su reino. Amén.

(REGLA de san BENITO prólogo 45-50)
15:30-15:40: Nona.
La última de las «Horas menores». La novena hora de los romanos: las tres de la tarde. Hora en la que recordamos el momento de la muerte del Señor.

Hora en la que constatamos que nuestro Amado es el fundamento de todo lo que existe, la eterna Roca en la que podemos apoyarnos porque “al progresar en la vida monástica y en la fe, ensanchado el corazón por la dulzura de un amor inefable, vuela el alma por el camino de los mandamientos de Dios”.

¿En qué roca cimentáis vuestra vida? ¿Dónde está vuestro descanso y seguridad?
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