El cardenal Raymond Burke dio a conocer este sábado un Mensaje sobre el combate contra el coronavirus, CoVid-19 donde, tras ponderar la gravedad de la situación y la importancia de respetar las medidas profilácticas y de distanciamiento social aconsejadas por los expertos e impuestas por los gobiernos, recuerda que "al considerar qué es lo necesario para vivir, no debemos olvidar que la primera consideración es nuestra relación con Dios": "Cristo es el Señor de la naturaleza y de la Historia, no es alguien distante y desinteresado de nosotros y del mundo".

Templos abiertos
De ahí que, en la lucha contra el mal del coronavirus, "el arma más eficaz sea nuestra relación con Cristo por medio de la oración y la penitencia, las devociones y el culto sagrado": "Es esencial para nosotros, en todo momento y por encima de todo en tiempos de crisis, tener acceso a nuestras iglesias y capillas, a los sacramentos y a las devociones y oraciones públicas".

Burke plantea que, del mismo modo que se permite el acceso a supermercados y farmacias para adquirir alimentos y medicinas, siempre respetando las normas para no contribuir a la difusión del virus, también debería permitirse el acceso a las iglesias, porque "sin la ayuda de Dios, estamos perdidos".

Somos nosotros quienes hemos alejado a Dios
"A menudo, ante los grandes sufrimientos e incluso la muerte, nos preguntamos: '¿Dónde está Dios?' Pero la cuestión real es: '¿Dónde estamos nosotros?' Dios está dispuesto a ayudarnos y salvanos, especialmente en tiempos de grandes pruebas o de la muerte, pero con demasiada frecuencia nosotros estamos lejos de Él porque no queremos reconocer nuestra total dependencia de Él y, en consecuencia, rezarle diariamente y rendirle culto".

No podemos considerar "la actual calamidad" haciendo abstracción "de cuán distante está de Dios nuestra cultura popular", añade el purpurado norteamericano, antiguo arzobispo de San Luis (Missouri) y ex prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica: "No solamente [la cultura popular] es indiferente a Su presencia en medio de nosotros, sino que se rebela abiertamente contra Él y contra el orden en el que Él nos ha creado y nos sostiene en el ser".

Ideología de género y Madre Tierra
Burke cita como ejemplos los ataques "a la vida humana, hombre y mujer, a quienes Dios hizo 'a su imagen y semejanza', a los no nacidos, inocentes e indefensos, o a aquellos a quienes más deberíamos cuidar porque llevan la carga de enfermedades graves, una avanzada edad o necesidades especiales", así como los ataques a la "integridad de la sexualidad humana" y "los efectos devastadores sobre los individuos y las familias de la denominada 'ideología de género'".

También cita, "incluso dentro de la Iglesia, un paganismo que adora la naturaleza y la Tierra", pues "hay en la Iglesia quien habla de la Tierra como nuestra madre, como si viniésemos de la Tierra o la Tierra fuese nuestra salvación", cuando "venimos de las manos de Dios, creador del Cielo y de la Tierra", y "solo en Dios encontramos la salvación".

"La misma vida de fe se ha secularizado cada vez más", prosigue Burke, "y de esta forma ha comprometido el Señorío de Cristo, Hijo de Dios encarnado, rey de Cielos y Tierra. Somos testigos de muchos otros males que derivan de la idolatría, de la adoración a nosotros mismos y al mundo, en vez de adorar a Dios, fuente de todo ser".

Acto de contrición perfecta y comunión espiritual
Pero "Dios nunca nos da la espalda, Él nunca rompe Su compromiso de un amor fiel y eterno por nosotros, aunque nosotros seamos tan a menudo indiferentes, fríos e infieles". Circunstancias como las actuales deben servirnos para "volvernos a Dios e implorar Su misericordia", con la seguridad de que "nos escuchará y nos bendecirá con los dones de la misericordia, el perdón y la paz".

Nuestra cultura "totalmente secularizada" tiende a ver la oración, las devociones y el culto como cualquier otra actividad, como ir al cine o al fútbol, algo no esencial que puede suspenderse para impedir el contagio: "Pero la oración, las devociones y el culto, sobre todo la confesión y la Santa Misa, son esenciales para nuestra salud y fortaleza espirituales". 

El cardenal Burke concluye su reflexión recomendando, cuando sea imposible acudir al templo y ver al sacerdote, un acto de contrición perfecta (un pesar por los pecados "que brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas") como preparación para la comunión espiritual. Y que, "en estos tiempos de crisis, nuestros hogares reflejen la verdad de que Cristo es el huésped de todo hogar cristiano. Volvámonos a Él con la oración, especialmente con el Rosario... Y si las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María todavía no han sido entronizadas en nuestra casa, ahora es el momento de hacerlo".
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