"El bloque unitario Estado-sociedad-Iglesia ya se ha deshecho, si es que existió alguna vez. Pero esto también ofrece nuevas oportunidades: hoy, quien cree de verdad es cada vez menos es un corredor 'del pelotón' y cada vez más un confesor de la fe". Es la perspectiva ofrecida por el cardenal Rainer Woelki, arzobispo de Colonia, en una entrevista de Alfonso Riobó publicada en el último número de la revista Palabra, donde analiza algunas de las consecuencias de la descristianización de Alemania en particular, pero extensibles a casi todos los países occidentales.

Entre ellas, la caída de la asistencia a misa, que es una de las cuestiones abordadas en su reciente carta pastoral Cuando se reúne vuestra asamblea. "Lo específico de la problemática actual", explica, "no es solamente que disminuye el número de sacerdotes, sino que en medida igual o aún mayor desciende también el número de los fieles. Hoy los católicos activos no tienen un porcentaje menor de sacerdotes, pero se amplían los espacios pastorales. Eso origina una mayor movilidad tanto de los pastores como de los fieles".

Esto obliga a muchos sacerdotes a celebrar un elevado número de misas los domingos: "Celebrar la Misa con más frecuencia no parece una carga excesiva para los sacerdotes, si se piensa por ejemplo en lo que los Apóstoles hicieron por Cristo. Ahora bien, hay que cuidar la dignidad de la celebración eucarística. Será difícil que un sacerdote que se apresura sin descanso de una Misa a otra pueda seguir celebrando dignamente el sacrificio redentor de la cruz de Cristo. De ahí que, en efecto, tendremos que reducir el número de Misas. Además, supone adaptarse al triste retroceso de la asistencia a Misa".

El cardenal Woelki entiende que esa concentración de Misas no debería ser un obstáculo para los fieles: "No podemos tratar a la ligera la celebración dominical de la Eucaristía, por la que han ido a la muerte cristianos, como los mártires de Abitene. No nos importa recorrer algunos kilómetros en coche para aprovechar las ofertas de unas rebajas; ¿por qué no hacemos lo mismo por la oferta del amor redentor de Cristo?"

Entre las causas de alejamiento de la Iglesia por parte de los fieles, el arzobispo de Colonia destaca "algunas tendencias postmodernas", como "la menor voluntad de nuestros contemporáneos de comprometerse de manera vinculante, el arrinconamiento de la religión a la esfera privada o la selección arbitraria de contenidos de la fe para hacer con ellos como una tela de retales".

Woelki también reflexiona sobre el "camino sinodal" emprendido por la Iglesia alemana, y deja claro que eso no puede trastorcar la estructura jerárquica querida por Jesucristo: "Los laicos siempre han asumido servicios y tareas importantes en la Iglesia, de las cuales algunos han conllevado responsabilidad y dirección. Pero lo decisivo es que esas tareas no suponen la condición de pastor, sino que han de ser cumplidas bajo la dirección de éste". Y añade luego: "El magisterio no quiere ni puede renunciar a la información o al consejo de los laicos, pero no puede ser sustituido por ellos. Las importantes aportaciones de los laicos y de sus diversos organismos están dotadas de carácter consultivo, no decisorio".

Por último, y en línea con la reciente reflexión de Benedicto XVI sobre la centralidad de Dios, Woelki concluye que "lo más importante es que, como cristianos, siempre y en todo pongamos al Señor en el centro de nuestros pensamientos y de nuestras acciones. Él tiene que reflejarse en todos los aspectos de nuestra vida, a partir de nuestras palabras, nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestro amor. Tiene que ser reconocible, tangible en todo. Esta es la manera en que hoy debemos testimoniarlo y darlo a conocer. Es el camino de una nueva evangelización, a la que estamos llamados".
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