Pasaban varios minutos del mediodía y había cierta inquietud en la Plaza de San Pedro: el balcón del Palacio Apostólico estaba abierto, pero el Papa no aparecía para el tradicional rezo del Ángelus, que empieza siempre con puntualidad exquisita porque conectan en directo cientos de cadenas y emisoras de todo el mundo.
Cuando, con siete minutos de retraso, pudo verse el rostro sonriente de Francisco, todo empezó a aclararse. Él mismo explicó que había estado 25 minutos encerrado en un ascensor
del Vaticano, y habían tenido que llamar a los bomberos para sacarlo.
El Papa se lo agradeció públicamente y pidió disculpas por la demora.
Superada la anécdota, el Evangelio del día invitaba a hablar de la virtud de la humildad,
con el relato de una comida de Jesús en casa de un fariseo, donde todos
corren para ocupar los primeros puestos. "Esta actitud es bastante
común en nuestros días, y no sólo cuando se nos invita a un almuerzo:
buscamos el primer lugar para afirmar una supuesta superioridad sobre
los demás”, dijo el Papa, quien añadió que esa carrera "perjudica a la comunidad, tanto civil como eclesial, porque arruina la fraternidad".
Jesucristo nos pide, por el contrario, humildad: "No debemos buscar
por nuestra propia iniciativa la atención y consideración de los demás,
sino más bien dejar que sean los otros quienes nos la den. Jesús nos
muestra siempre el camino de la humildad, porque es el más auténtico, que también nos permite tener relaciones auténticas”.
Con la parábola de quien invita a una fiesta a pobres, mendigos y caminantes, Jesús nos pide también generosidad: "Quien se comporte de esta manera tendrá la recompensa divina que nos espera, muy superior al intercambio humano.
El intercambio humano (te hago este favor para tú me hagas este otro)
suele distorsionar las relaciones, introduciendo intereses personales en
una relación que debe ser generosa y gratuita. En cambio, Jesús nos
invita a la generosidad desinteresada, para abrirnos el camino hacia una alegría mucho más grande: la de ser partícipes del mismo amor de Dios".
Antes de concluir sus palabras, el Papa recordó que “la elección de ocupar el último lugar expresa la conciencia de cuánto hemos sido amados sin nuestro mérito, por pura gracia.
Es el Padre quien nos ha llamado, y es sólo Él, la fuente de todo
beneficio y honor, quien puede decidir hacernos sentar en el banquete
final”.
Nuevos cardenales
Tras rezar el Ángelus y algunos saludos, Francisco dio la gran
sorpresa del día al anunciar para el 5 de octubre un consistorio para la
creación de 13 nuevos cardenales, 10 electores y 3 no electores. De ellos, dos españoles: Miguel Ángel Ayuso Guixot, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, y Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat (Marruecos). Pincha aquí para ampliar la información y conocer el resto de nuevos cardenales.
ReligiónenLibertad