Este jueves ha fallecido en Roma el cardenal Achille Silvestrini a los 95 años de edad, quien se hallaba ingresado en el hospital policlínico Gemelli.  Fue una de las figuras más relevantes de la Curia en los años 70 y 80, por su papel en la Secretaría de Estado y en particular en la política de acercamiento del Vaticano a los países comunistas del este de Europa, la conocida como Ostpolitik.

Nacido en Brisighella (Rávena, Emilia-Romaña), fue ordenado sacerdote en 1946. Era licenciado en Literatura Clásica y en Derecho civil y canónico, que estudió en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma. En 1952 ingresó en la Pontificia Academia Eclesiástica, donde se forman los diplomáticos vaticanos, y en 1953 se incorporó a la Sección para los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios de la Secretaría de Estado, donde se ocupó del sureste asiático. De 1958 a 1969 colaboró estrechamente con los secretarios de Estado del periodo, los cardenales Domenico Tardini y Amleto Cicognani.

Posteriormente tuvo responsabilidades en la relación con organizaciones internacionales de paz, desarme y derechos humanos, y en 1971 acompañó al arzobispo Agostino Casaroli en su visita a Moscú, como parte de la política de acercamiento de la Santa Sede a los países comunistas. Participó en todas las reuniones que precedieron al Acta Final de Helsinki de 1975, para la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa.

Juan Pablo II le nombró obispo en 1979 y dirigió las negociaciones para revisar el concordato entre la Santa Sede e Italia, concluidas con la firma de un nuevo acuerdo en 1984. Durante todos esos años y los posteriores su labor se multiplicó representando al Vaticano en numerosas conferencias internacionales. Fue un estrecho colaborador del cardenal Casaroli durante el tiempo en el que éste fue secretario de Estado (1979-1990).

En 1988 fue elevado al cardenalato y nombrado prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, y entre 1991 y 2000 fue prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales.

A partir de su retiro se consagró a la colaboración con varias fundaciones romanas. En los últimos años siguió muy de cerca el trabajo de uno de sus 'discípulos', el arzobispo Claudio Maria Celli, que ha tenido un importante papel en las negociaciones para el acuerdo secreto entre la Santa Sede y el gobierno comunista chino, en la línea de la Ostpolitik que Silvestrini conoció tan de cerca.
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