
“Pedro y Juan se dirigen allí a rezar hacia las 3 de la tarde: es la
misma hora en que se ofrecía el sacrificio, y en la que Cristo murió
en la Cruz”, recordó el Papa, que prosiguió asegurando que “al ver al
paralitico, los apóstoles lo miran y le piden que él a su vez los
mire, creando así una relación, un encuentro real entre personas, que es donde a Dios le gusta manifestarse”.
Una Iglesia que mira al que está en dificultad
Igualmente, Francisco recordó las palabras de Pedro: “No tengo plata
ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo Nazareno,
levántate y camina”. Según explicó, “el mendigo no obtuvo dinero, sino
que recibió el ‘Nombre’ que salva: Jesús de Nazaret. Aquí vemos el retrato de una Iglesia que mira al que está en dificultad
para crear relaciones significativas, puentes de amistad y
solidaridad”, afirmó el Papa quien animó también a las parroquias y
realidades eclesiales a hacer lo mismo.

Según recoge Aciprensa, el Papa Francisco aseguró que los apóstoles Pedro y Juan
“nos enseñan a no poner la confianza en los medios, que siempre serán
útiles, sino en la verdadera riqueza que es la relación con Cristo
resucitado” y lamentó las parroquias que “se preocupan más por el
dinero que por los Sacramentos” por lo que una vez más exhortó a que la
Iglesia sea pobre.
De este modo, añade que “en los Hechos de los Apóstoles la
predicación del Evangelio no se confía solo a las palabras, sino también
a las acciones concretas que testimonian la verdad del anuncio. Se
trata de ‘prodigios y signos’ que ocurren por obra de los Apóstoles, que
confirman su palabra y demuestran que ellos actúan en nombre de
Cristo”, señaló el Papa quien explicó también que esta narración tiene
“una clara finalidad misionera, que se dirige a suscitar la fe”.
La Iglesia, "sacramento universal de salvación"
Recordó también que el Concilio Vaticano II dice que la Iglesia“es sacramento universal de la salvación, lugar de liberación y curación”
y en esta narración bíblica el testigo “es el paralítico: que ahora
camina, salta y alaba a Dios” y agregó que “el excluido del culto ahora
puede acceder al Templo; el marginado de la liturgia se convierte en
cantante de las grandes obras de Dios, y esto porque, como explica Pedro
al pueblo, la fe en el nombre de Jesús le dio la curación perfecta”.
“Es la Iglesia ‘hospital de campo’, casa de las puertas abiertas, madre del corazón tierno”,
afirmó el Papa quien invitó a preguntarse: “¿Y nosotros? ¿Qué
poseemos?, ¿Cuál es nuestra riqueza, nuestro tesoro? ¿Cómo podemos hacer
ricos a los otros? Pidamos al Padre el don de una memoria grata en el
recordar los beneficios de su Amor en nuestra vida, para dar a todos el
testimonio de la alabanza y del reconocimiento”, exhortó el Papa
Francisco.
Por último, el Pontífice dirigió esta especial invitación: “Pidamos al Señor que nunca olvidemos que la verdadera riqueza de nuestra vida está en su amor infinito, y que nos esforcemos en compartirlo también con los demás. Que Dios los bendiga”.
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