El Papa Francisco, en su segunda jornada en Rumanía, ha celebrado la
Misa en el Santuario Mariano de Sumuleu-Ciuc, junto a unos 100.000
fieles. El santuario está localizado en la región del Transilvania, y es
la primera vez que un pontífice se acerca hasta esta región. El lugar
está cargado de simbolismo y de historia, la cual se adentra hata
mediados del siglo XVII cuando los habitantes de esta región se
opusieron a dejar la fe católica y hacerse protestantes. Tras una
batalla de la que salieron ganadores el día de Pentecostés de 1567, los católicos vieron que se trataba de un signo de la atención de la Virgen María hacia
ellos. Desde entonces, el sábado de Pentecostés de cada año, el
santuario se convierte en un centro de peregrinación al que acuden miles
y miles de personas de Rumanía y Hungría, católicos y ortodoxos, siendo
un símbolo de convivencia en esta región en la que existe tanta diversidad étnica.
A pesar de la lluvia y de la distancia, alrededor de 100 mil personas
participaron en esta Misa con el Papa, y en cuya homilía profundizó en
el sentido que tienen las peregrinaciones y los santuarios, “lugares
casi ‘sacramentales’ de una Iglesia hospital de campaña” y que “guardan
la memoria del pueblo fiel que en medio de sus tribulaciones no se cansa
de buscar la fuente de agua viva donde refrescar la esperanza. Son
lugares de fiesta y celebración, de lágrimas y petición”.
María nos ayuda a sanar la historia
Los santuarios marianos son lugares de encuentro con María, y para
que ella “nos lleve a aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6)”.
La peregrinación anual a este Santuario -observa- "pertenece al legado
de Transilvania, pero también honra las tradiciones religiosas rumanas y
húngaras; también hay fieles de otras confesiones y es un símbolo de
diálogo, unidad y fraternidad".
La virgen María canta la misericordia del Señor. Por eso
debemos pedir su intercesión "para que no nos dejemos robar la
fraternidad por las voces y heridas que alimentan la división y la
fragmentación. Los complejos y tristes acontecimientos del
pasado no deben ser olvidados ni negados, pero tampoco pueden ser un
obstáculo o un argumento para impedir una ansiada convivencia fraterna”.
Peregrinar con Jesús y con el pueblo
Para el Papa Francisco, “peregrinar significa sentirse convocados e impulsados a caminar juntos pidiéndole al Señor la gracia de transformar viejos y actuales rencores y desconfianzas en nuevas oportunidades para la comunión; es desinstalarse de nuestras seguridades y comodidades en la búsqueda de una nueva tierra que el Señor nos quiere regalar”.
El Papa añade: “Peregrinar es vivir juntos… no tener miedo a mezclarnos, encontrarnos y ayudarnos…
Es creerle al Señor que viene y que está en medio de nosotros
promoviendo e impulsando la solidaridad, la fraternidad, el deseo de
bien, de verdad y justicia”.
El Papa subraya que, en la peregrinación por la vida, lo importante
no es “lo que podría haber sido y no fue, sino creerle al Señor que
viene y que está en medio de nosotros promoviendo e impulsando la
solidaridad, la fraternidad, el deseo de bien, de verdad y justicia”.
De aquí surge el compromiso de luchar para que “los rezagados de
ayer, sean los protagonistas del mañana, y los protagonistas de hoy no
se vuelvan los rezagados del mañana”. “Por eso estamos aquí para decir
juntos: Madre enséñanos a hilvanar el futuro”.
El misterio de la elección de Dios
El peregrinar a este santuario, “nos hace volver la mirada a María y al misterio de la elección de Dios. Ella,
una muchacha de Nazaret, pequeña localidad de Galilea, en la periferia
del imperio romano y también en la periferia de Israel, con su ‘sí’ fue
capaz de poner en marcha la revolución de la ternura... El
misterio de la elección de Dios que pone sus ojos en lo débil para
confundir a los fuertes nos impulsa y anima también a nosotros a decir
sí, como ella, para transitar los senderos de la reconciliación”.
Al que arriesga, el Señor no lo defrauda
Al finalizar su homilía, el Papa invitó a todos: “Caminemos y caminemos juntos dejando que sea el Evangelio la levadura que lo impregne todo y regale a nuestros pueblos la alegría de la salvación”.
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