Los cines están proyectando durante estas últimas semanas la película El Creyente,
un filme muy interesante en el que sin ser una película religiosa se ve
la acción sanadora de Dios en las personas. El director francés, Cédric
Khan, relata la historia de un joven de 22 años adicto a la heroína
que ingresa, aunque no lo cita directamente, en una Comunidad del
Cenáculo para así lograr salir de la adicción.
El protagonista del filme es Thomas, interpretado por Anthony Bajon, y
se centra en su ingreso en esta comunidad con todos los problemas que
implica para él. Debe seguir el ritmo impuesto por la comunidad mientras lucha contra el síndrome de abstinencia e incluso contra el amor que le ofrecen tanto los hermanos de la comunidad como otros jóvenes como él.
Una acogida humana y terapéutica
En una entrevista con Juan Orellana en Alfa y Omega, Cédric Khan
explica que en la película se muestra que “la vida en esa comunidad es
muy difícil: muchas privaciones, mucho trabajo, muchas reglas, la
oración obligatoria cuatro veces al día. Esto lo digo porque los chicos
que permanecen allí están tremendamente motivados. Su motivación
principal no es encontrar a Dios, sino salir de la droga. Todos los
jóvenes de allí con los que yo he podido hablar me decían: ‘era eso o
morir’. En esa comunidad se acoge a católicos, a creyentes de otras
religiones y a ateos, y a todos se les ofrece una acogida humana y
terapéutica. La fe se propone como una posibilidad. Obviamente, no se puede forzar a nadie a creer”.
El director de El Creyente afirma que tanto en la realidad que él percibió y en la que se ha basado para elaborar el filme “la oración no es más que un factor de todo el proceso. El trabajo es otro. La vida en comunidad otro. Y el testimonio, otro.
Y este último es esencial: tienen que contar su historia con la droga,
su historia antes de la droga, y contarlas honestamente, sin mentiras
enfrentándose con su propia realidad”.
Khan señala durante la entrevista que en estas comunidades reales “he hablado con jóvenes que describen su encuentro con Dios,
otros que dicen que no han tenido ese encuentro, algunos que tienen
dudas, y otros que rezan a pesar de no creer pero que reconocen que la
oración les hace bien”.
Un planteamiento religioso "interesante"
Por ello, el director considera que el hecho de que todo esto se dé
“en la comunidad supone un planteamiento de religión muy interesante,
porque es algo mucho más amplio de lo que la sociedad entiende normalmente por Iglesia como institución”.
Es con estos mimbres con los que se ha pensado y realizado esta
película. Al protagonista le cuesta mucho esta lucha, sobre todo el amor
que recibe. Al principio no puede soportar que le hablen con tanto
cariño, que el resto de compañeros se pidan perdón al instante y que se den las gracias hasta por el más mínimo detalle. Y esto poco a poco sólo lo puede ir aceptando y asimilando con el tiempo.
Aunque el director dice que la película no profundiza en el hecho religioso, lo cierto, tal y como señala Cinemanet en su crítica, es que el amor de Dios está muy presente, pues gira en torno a la fe en Él y también en uno mismo. “No
es una película beata ni complaciente, y sus personajes aprenden a
afrontar la vida sin medias tintas ni respuestas incompletas. Junto a
Thomas, destacan –en esta línea- el mentor de la comunidad,
interpretado por Àlex Brendemülh, y la monja sin pelos en la lengua a la
que da vida Hanna Schygulla”, afirma esta plataforma de cine con
valores.
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