
Monseñor José H. Gomez, Arzobispo de Los Ángeles, ha enviado una carta
clara y decidida a los fieles de su diócesis animándoles a oponerse a
este proyecto de ley a todas luces injusto e intrusivo. La carta, que es
un alegato a defender este sacramento además de una sencilla y clara catequesis, está siendo leída en las misas de este fin de semana en todas las parroquias de la Arquidiócesis de Los Ángeles.
Monseñor Gomez explica el alcance de esta ley “que eliminaría el derecho completo a la confesión tanto para los sacerdotes como
para todos los que trabajan con sacerdotes en parroquias y
organizaciones de la Iglesia a todo lo largo y ancho del estado”.
Reconoce que proteger a los menores siempre es bueno, pero el camino
usado resulta extraño: “No hay evidencia de que esta legislación vaya a
lograr eso. En lugar de ello, es algo que constituye una amenaza contra una práctica que es esencial para nuestra fe e identidad religiosas”.
En cambio, explica cuál es el origen de este sacramento, que “fue el
primer don que Jesús le dio al mundo después de resucitar de entre los
muertos”, señala. “En la primera noche de Pascua, Él sopló sobre sus
apóstoles —sobre sus primeros sacerdotes—, infundiéndoles su Espíritu
Santo y les concedió el asombroso poder de perdonar los pecados en su
nombre”.
Este sacramento crea una relación muy especial única con Dios, pues está destinado a “confesar nuestros pecados y buscar su perdón y la gracia de seguir adelante en nuestro recorrido de cristianos”.
“En la práctica, este sacramento se lleva a cabo en el contexto de
una conversación humilde y honesta que tenemos con un sacerdote”,
explica el prelado. “Confesamos nuestros pecados, no a un hombre sino a Dios”, y por este motivo “el
sacerdote tiene el deber sagrado de guardar el sigilo sacramental y de
no revelar nunca lo que escucha en la confesión sacramental, por ninguna
razón”.
El secreto de confesión supone que “esta hermosa relación está basada
en la garantía divina de que lo que le decimos a Jesús en este
sacramento permanecerá como algo privado y confidencial”.
Intrusismo del gobierno
En la práctica si la ley se llegara a aplicar la situación real es
que se estaría coartando la libertad de los católicos y atentando con la
práctica de su fe. Por eso, el arzobispo de Los Angeles aclara que “no podemos permitir que el gobierno entre en nuestros confesionarios para dictar los términos de nuestra relación personal con Jesús. Desafortunadamente, eso es lo que esta legislación haría”.
El arzobispo propone que los católicos se movilicen y hablen con sus representantes políticos pues “necesitamos su ayuda para proteger este sacramento de la Iglesia y para hacer que la confesión siga siendo algo sagrado”.
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