Este martes 2 de abril, día en el que murió San Juan Pablo II, la Santa Sede ha publicado la Exhortación Apostólica postsinodal del Papa Francisco dedicada a la juventud y que ha titulado Christus Vivit.
El documento cuenta con 9 capítulos, 299 puntos y casi 33.000 palabras,
y fue firmado por el Papa el pasado 25 de marzo en la Santa Casa de
Loreto.
“Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de
este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena
de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno
de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va.
Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y
esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la
tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará
allí para devolverte la fuerza y la esperanza”, comienza Francisco su
exhortación.
No rendirse al mundo
El Santo Padre habla no sólo de las personas jóvenes sino también de
la propia juventud de la Iglesia. Por ello, pide que se la libere de
aquellos que “la quieren anclada en el pasado”. Aunque también insiste
en ayudar a la Iglesia con otra tentación: “creer que es joven porque se
rinde a todo lo que el mundo le ofrece, creer que se renueva porque
esconde su mensaje y se mezcla con los demás. No. Ella es joven
cuando es ella misma, cuando recibe cada día la fuerza siempre nueva de
la Palabra de Dios, de la Eucaristía, de la presencia de Cristo y de la fuerza de su Espíritu”.
Dirigiéndose a los jóvenes, el Papa les recuerda que “los miembros de la Iglesia no debemos ser extraños” pero al mismo tiempo “debemos tener el valor de ser diferentes, de mostrar otros sueños que este mundo no ofrece”.
De este modo, explica en Christus Vivit que
“muchos jóvenes son ideologizados, instrumentalizados y utilizados como
carne de matadero o como fuerza de choque para destruir, intimidar o
ridiculizar a otros. Y lo peor es que muchos se convierten en sujetos individualistas, enemigos y desconfiados de todos, presa fácil de propuestas deshumanizadoras y planes destructivos elaborados por grupos políticos o poderes económicos”.
Además, Francisco quiso resaltar la “difícil situación de adolescentes y jóvenes que quedan embarazadas y la plaga del aborto, así como la difusión de VIH, las varias formas de adicción (drogas, juegos de azar, pornografía, etc) y la situación de los niños y jóvenes de la calle”.
Los jóvenes y la sexualidad
La sexualidad es otro de los temas de los que habla Francisco a los
jóvenes. Escribe que “en un mundo que sólo hace hincapié en la
sexualidad es difícil mantener una buena relación con el propio cuerpo y vivir en paz las relaciones afectivas.
También por esta razón la moralidad sexual es a menudo la causa de
‘incomprensión y alejamiento de la Iglesia’ percibida ‘como una espacio
para el juicio y la condena’”.
Sin embargo, indica el Papa en otro lugar de la Exhortación “problemas como la pornografía distorsionan la percepción que el joven tiene de la sexualidad humana. La tecnología usada de esta forma, crea una realidad paralela ilusoria que ignora la dignidad humana”.
Por todo ello, Francisco insiste en recordar que Dios creó al ser
humano sexuado. “Él mismo ‘creó la sexualidad, que es un regalo
maravilloso para sus creaturas’. Dentro de la vocación al matrimonio hay
que reconocer y agradecer que ‘la sexualidad, el sexo, son un don de Dios. Nada de tabúes. Son un don de Dios, un don que el Señor nos da.
Tienen dos propósitos: amarse y generar vida. Es una pasión, es el amor
apasionado. El verdadero amor es apasionado. El amor entre un hombre y
una mujer, cuando es apasionado, te lleva a dar la vida para siempre.
Siempre. Y a darla con cuerpo y alma’”.
Además, de cara al matrimonio agregó que hay también que “educar la propia sexualidad,
para que sea cada vez menos un instrumento para usar a los demás y cada
vez más una capacidad de entregarse plenamente a una persona, de manera
exclusiva y generosa”.
"Tres grandes verdades"
Por otro lado, el Pontífice también aborda la importancia del
“entorno digital” entre los jóvenes. En buena parte del mundo tanto
internet como las redes sociales son “un lugar indispensable para llegar
e implicar a los jóvenes”. Sin embargo, advierte que puede convertirse “en un territorio de soledad, manipulación, explotación y violencia,
hasta el caso extremo de la red oscura. Los medios digitales pueden
exponerlos al riesgo de adicción, aislamiento y pérdida progresiva de
contacto con la realidad concreta”.
Por todo ello, el Papa anuncia a los jóvenes “tres grandes verdades”:
-“Dios es amor”: “Ante todo quiero decirle a cada
uno la primera verdad: “Dios te ama”. Si ya lo escuchaste no importa, te
lo quiero recordar: Dios te ama. Nunca lo dudes, más allá de lo que te
suceda en la vida. En cualquier circunstancia, eres infinitamente
amado”.
- “Cristo te salva”: “Nunca olvides que Él perdona setenta veces siete. Vuelve a llevarnos sobre sus hombros una y otra vez”.
- “Él vive”: “Debemos recordar esto… porque
corremos el riesgo de tomar a Jesucristo sólo como un buen ejemplo del
pasado, como un recuerdo, como alguien que nos salvó hace dos mil años.
Esto no nos haría ningún bien, nos dejaría como antes, no nos
liberaría”. Pero si Cristo vive, “esto es una garantía de que el bien
puede entrar en nuestras vidas”.
"Misioneros valientes"
El Papa no quiso olvidar hablar de la meta de la santidad. Y recuerda
a los jóvenes “que no serán santos y no se sentirán realizados copiando
a los demás” por lo que “deben descubrir quiénes son y desarrollar su
manera personal de ser santos”. Francisco propone “caminos de
fraternidad” para vivir la fe, recordando que “el Espíritu Santo quiere
empujarnos a salir de nosotros mismos, a abrazar a los demás. Por eso, es mejor vivir juntos nuestra fe y expresar nuestro amor en una vida comunitaria”
que ayude a superar “la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, en
nuestros problemas, en nuestros sentimientos heridos, en nuestras
quejas y en nuestra comodidad”. Dios “ama la alegría de los jóvenes y
los invita sobre todo a la alegría que se vive en la comunión fraterna”.
Pero también Francisco hace un llamamiento a los jóvenes para ser
“misioneros valientes” testimoniando en todas partes el Evangelio con su
propia vida, lo que no significa “hablar de la verdad, sino vivirla”.
La palabra, sin embargo, no debe ser silenciada: Hay que “ser capaz de
ir contra corriente y saber compartir a Jesús, comunicar la fe que Él te
ha dado”.
¿A dónde envía Jesús? “No hay límites: nos envía a todos. El
Evangelio es para todos y no para algunos. No es sólo para los que nos
parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos”. Y
añade: “Y a ustedes, jóvenes, los quiere como sus instrumentos
para derramar luz y esperanza, porque quiere contar con vuestra
valentía, frescura y entusiasmo”. Y no se puede esperar que “la misión sea fácil y cómoda”.
Por otro lado, el Papa advierte del peligro de olvidar la historia y
las raíces que introduce al joven en el desarraigo. “Así funcionan las
ideologías de colores diferentes, que destruyen (o de-construyen) todo lo que es diferente y de esta manera pueden dominar sin oposición”.
Además, alerta de las ideologías que conducen a “auténticas formas de colonización cultural”
que extirpa a los jóvenes de las afiliaciones culturales y religiosas
de las que proceden transformándolos en “sujetos manipulables en serie”.
Para dar una respuesta adecuada, Francisco apuesta por una “pastoral
juvenil” que responda a sus preocupaciones. Por ello, considera que
deben “ser actores de la pastoral juvenil, acompañados y guiados, pero libres para encontrar nuevos caminos con creatividad y audacia”.
Francisco confía en la capacidad de los propios jóvenes para “encontrar formas atractivas de invitar”: “Sólo tenemos que estimular a los jóvenes y darles libertad de acción”.
Más importante aún es que “cada joven encuentre el valor de sembrar el
primer anuncio en esa tierra fértil que es el corazón de otro joven”.
Se debe dar prioridad al “lenguaje de la cercanía, el lenguaje del amor desinteresado, relacional, existencial, que toca el corazón”, acercándose a los jóvenes “con la gramática del amor, no con el proselitismo”.
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