Los cristianos de Irak intentan volver a sus casas y recuperar algo
de la normalidad que tenían sus vidas antes de la irrupción de Estado
Islámico. Durante estos años, ha habido cristianos asesinados y decenas de miles de exiliados. No todos han regresado.
El arzobispo siro-católico de Mosul, Petros Mouche explica en una entrevista para Ayuda a la Iglesia Necesitada sobre cómo está la situación en estos momentos para los cristianos iraquíes, especialmente de la llanura de Nínive:
Irak anhela tiempos mejores para su Iglesia y su pueblo
“El cambio positivo que se ha producido en nuestra región no puede negarlo nadie.
Puede que las cosas todavía no estén al nivel requerido, pero hay
señales muy claras y concretas de progreso. Sin embargo, esto no es
mérito del Estado: el mérito corresponde a las organizaciones religiosas
y humanitarias que se han apresurado a ayudarnos
No obstante, todavía nos faltan recursos para completar la
reconstrucción del número total de viviendas que fueron gravemente
dañadas o completamente destruidas. Estamos a la espera y
tenemos la esperanza de que Gobiernos extranjeros como, por ejemplo, los
del Reino Unido y Hungría, intervengan y nos ayuden en este frente.
En cuanto a la creación de puestos de trabajo, surgen muy pocas
iniciativas. Hemos dirigido numerosas peticiones a varias empresas
estadounidenses, británicas, francesas e incluso saudíes para que pongan
en marcha algunos proyectos importantes en la región, de modo que
nuestra gente pueda sobrevivir y, sobre todo, nuestros jóvenes puedan
encontrar trabajo, pero todavía estamos esperando. El Gobierno iraquí ha
hecho muchas promesas, pero pocos proyectos han sido implementados.
Nuestra confianza en el Estado es poca. Estamos convencidos de que, de ofrecérseles las oportunidades adecuadas, muchos de los que huyeron volverían a Qaraqosh, siempre y cuando puedan vivir allí en paz y en una situación estable.
Los problemas no cesarán mientras prevalezca la codicia, mientras
rija la ley del más fuerte y los derechos de los pobres sean aplastados,
y mientras el Estado siga siendo débil y no se aplique la ley. No
obstante, nuestra esperanza la depositamos en Dios y rezamos por que el Estado Islámico no regrese nunca.
Para nuestra seguridad y bienestar general, los cristianos dependemos
de la aplicación de las leyes y de la integridad del Gobierno, que es lo
que puede garantizar la seguridad para nosotros y la Iglesia.
No hay ningún grupo o partido político conocido que tenga planes específicos de atacar a los cristianos; sin embargo, quien tiene la ambición de apoderarse de nuestras tierras pierde el sentido de ciudadanía y no respeta los derechos del prójimo. Estos partidos no se sienten cómodos con nuestra supervivencia y presencia continuada.
Recibimos muchas visitas de buena voluntad de delegaciones oficiales y
estas pronuncian muchas hermosas palabras, pero no ocurre nada: las
buenas intenciones no son suficientes. Algunos no muestran suficiente
respeto por nuestros derechos; y los cristianos no usamos la violencia
para defendernos, sino que apelamos al respeto mutuo. Pero si no se nos responde de la misma manera, cada vez más cristianos emigrarán. Esto nos duele a todos los que amamos esta tierra, nuestra historia, nuestra civilización y nuestro legado.
La Iglesia en su conjunto -sus obispos, pastores y laicos- no
escatima esfuerzos a la hora de reivindicar los derechos de su pueblo y
de asegurar un espacio donde podamos vivir con dignidad y en paz. Los
líderes de la Iglesia hacemos todo lo que podemos para infundir
confianza y esperanza en nuestra gente, pero sin forzar a nadie a
regresar, a quedarse o a vivir desplazado. Esta decisión la
tiene que tomar cada familia por sí misma, pues es la decisión que
garantiza su dignidad, su futuro y, especialmente, el futuro de sus
hijos.
Este es mi mensaje a los cristianos que han abandonado la ciudad de
Qaraqosh, dondequiera que estén, ya sea en Iraq, ya sea en tierras
extranjeras: Qaraqosh es la madre que te ha alimentado con el amor de
Dios, el amor de la Iglesia y el amor de la tierra, y seguirá siendo tu
madre a pesar de su tristeza por tu ausencia. La ciudad es tu corazón, que todavía está unido a ti, y sus ojos están mirando todos tus pasos.
Es feliz cuando tú eres feliz, y está preocupada por tu destino cuando
eres infeliz. Sus puertas permanecen abiertas para ti. En todo momento,
Qaraqosh está lista para volver a abrazarte -Qaraqosh pide que
permanezcas fiel a la ‘leche pura’ que te dio”.
ReligiónenLibertad