San Sixto Papa
Un gran defensor de la doctrina católica siempre abierto al perdón
Fue elegido Papa a la muerte de san Celestino I, en el año 432, y ocupó la sede de Pedro por ocho años que estuvieron llenos de exigencias.
Un gran defensor de la doctrina católica siempre abierto al perdón
Fue elegido Papa a la muerte de san Celestino I, en el año 432, y ocupó la sede de Pedro por ocho años que estuvieron llenos de exigencias.
Durante su vida se vio envuelto casi de modo permanente en la lucha doctrinal contra los pelagianos, siendo uno de los que primeramente detectó el mal y combatió la herejía que había de condenar al papa Zósimo.
De hecho, Sixto escribió dos cartas sobre este asunto enviándolas a
Aurelio, obispo que condenó a Celestio en el concilio de Cartago, y a
san Agustín.
Se libraba en la Iglesia la gran controversia sobre la Gracia
sobrenatural y su necesidad, tanto para realizar buenas obras como para
conseguir la salvación.
Pelagio fue un monje procedente de las islas Británicas. Vivió en
Roma varios años ganándose el respeto y la admiración de muchos por su
vida ascética y por su doctrina de tipo estoico, según la cual el hombre es capaz de alcanzar la perfección por el propio esfuerzo, con la ayuda de Dios solamente extrínseca: buenos ejemplos, orientaciones y normas disciplinares, etc.
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Su doctrina llevaba anexa la negación del pecado original, que consecuentemente rechaza la necesidad de la redención de Jesucristo. De ahí se deriva a la ineficacia sacramentaria. Todo un monumental lío teológico basado en principios falsos que Roma no podía permitir.
Y no fue sólo eso. El nestorianismo acaba de ser
condenado en el concilio de Éfeso, en el 431, un año antes de ser
elegido papa Sixto III; pero aquella doctrina equivocada sobre
Jesucristo había sido sembrada y las consecuencias no desaparecerían con
las resoluciones conciliares.
Nestorio procedía de Antioquía y fue obispo de Constantinopla.
Mantuvo una cristología imprecisa en la terminología y errónea en lo
conceptual, afirmando que en Cristo hay dos personas y negando la
maternidad divina de la Virgen María; fue condenada su enseñanza por
contradecir la fe cristiana.
Depuesto de su sede, recluido o desterrado al monasterio de san
Eutropio, en Antioquía, murió fuera de la comunión de la Iglesia.
El papa Sixto III intentó con notable esfuerzo reconducirlo a la fe
sin conseguirlo y a pesar de sus inútiles esfuerzos tergiversaron los
nestorianos sus palabras afirmando que el Papa no les era contrario. Le
llovieron al Papa las calumnias de sus detractores.
El propio emperador Valentiniano y su madre Plácida impulsaron un
concilio para devolverle la fama y el honor que estaba en entredicho.
Baso -uno de los principales promotores del alboroto que privaba
injustamente de la fama al Sumo Pontífice- muere arrepentido y tan
perdonado que el propio Sixto le atiende espiritualmente al final de su
vida y le reconforta con los sacramentos.
Como todo santo ha de ser piadoso, también se ocupó antes de su
muerte -en el año 440 y en Roma-, de reparar y ennoblecer la antigua
basílica de Santa María la Mayor que mandó construir el papa Liberio, la
de San Pedro y la de San Lorenzo.
Oración
Señor, tú que diste a san Sixto III la abundancia del espíritu de
verdad y de amor para que fuera un buen pastor de tu pueblo, concede a
cuantos celebramos hoy su fiesta adelantar en la virtud imitando sus
ejemplos, y sentirnos protegidos con su valiosa intercesión. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo.
Artículo publicado originalmente por evangeliodeldia.org
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