A pesar de la esterilidad que a veces marca nuestra existencia, Dios
tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y progresar en el
camino del bien. Lo dijo el Papa este mediodía en su Ángelus dominical,
al hablar de la misericordia de Dios y nuestra conversión, podemos
confiar mucho en su misericordia, pero sin abusar de ella, explica la
periodista Patricia Ynestroza, de la agencia de la Santa Sede Vatican News.
Tomando la parábola del Evangelio de hoy, que habla de la higuera
estéril, el Papa afirma que el dueño de la higuera representa a Dios
Padre y el viñador es la imagen de Jesús, mientras que la higuera es el símbolo de la humanidad indiferente y árida.
Jesús intercede ante el Padre por la humanidad y le pide que espere y
le dé más tiempo, para que en él broten los frutos del amor y de la
justicia. Podemos confiar mucho en la misericordia de Dios, pero sin
abusar de ella. No debemos justificar la pereza espiritual, dijo
Francisco, sino aumentar nuestro compromiso de responder prontamente a esta misericordia con sinceridad de corazón.
“En el tiempo de Cuaresma, el Señor nos invita a la conversión. Cada
uno de nosotros debe sentirse interpelado por esta llamada, corrigiendo
algo en su vida, en su manera de pensar, actuar y vivir las relaciones
con el prójimo. Al mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios, que confía en la capacidad de todos para ‘levantarse’ y reanudar su camino.
Dios es Padre y no apaga la llama débil, sino que acompaña y cuida a
los débiles para que se fortalezcan y aporten su contribución de amor a
la comunidad”.
El egoísmo de la humanidad contrasta con el amor del Viñador
Luego Francisco dijo en su alocución previa al Ángelus,
que la higuera que el dueño de la parábola quiere erradicar representa
una existencia estéril, incapaz de dar, de hacer el bien. Es el símbolo
del que vive para sí mismo, lleno y tranquilo, tumbado en su propia
comodidad, incapaz de volver los ojos y el corazón a los que están a su
lado y que están en estado de sufrimiento, pobreza, incomodidad.
Esta actitud de egoísmo y esterilidad espiritual contrasta con el gran
amor del viñador por la higuera: tiene paciencia, sabe esperar, le
dedica su tiempo y su trabajo. Prometió a su señor que cuidaría
especialmente de ese árbol infeliz.
Esta semejanza manifiesta la misericordia de Dios, que nos deja un
tiempo de conversión. A pesar de la esterilidad que a veces marca
nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de
cambiar y progresar en el camino del bien. Pero el retraso implorado y
concedido a la espera de que el árbol dé finalmente sus frutos indica
también la urgencia de la conversión. La posibilidad de
conversión no es ilimitada; por lo tanto, es necesario aprovecharla
inmediatamente; de lo contrario, se perdería para siempre.
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