Este lunes Francisco hizo su primera visita como Papa al Santuario de Loreto,
la casa de la Virgen María milagrosamente trasladada a este lugar desde
Nazaret. En la festividad de la Anunciación del Señor, dijo misa y
firmó la exhortación apostólica postsinodal Christus vivit
sobre "los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional", cuyo texto
se hará público en estos próximos días (el sínodo tuvo lugar en
octubre). Fue la primera misa celebrada allí por un Papa desde que lo
hiciese el Beato Pío IX hace 162 años.
Por último, el Papa dirigió a los miles de personas congregadas en el exterior del templo unas palabras sobre la vocación antes de rezar el Angelus.
El Papa recordó las palabras del ángel Gabriel a María en Nazaret:
“Alégrate, llena de gracia”. Explicó que esa frase “resuena de forma
singular en este Santuario, lugar privilegiado para contemplar el
misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Aquí, de hecho, se custodian los muros que, según la tradición, provienen de Nazaret, donde la Virgen Santa pronunció su ‘sí’, convirtiéndose en Madre de Jesús”.
“Desde el momento en que la denominada ‘Casa de María’
se ha convertido en presencia venerada y amada sobre esta colina, la
Madre de Dios no cesa de conceder beneficios espirituales a aquellos
que, con fe y devoción, acuden aquí a detenerse en oración”.
Destacó que “a este oasis de silencio y de piedad
acuden, desde Italia y de todos los lugares del mundo, muchas personas
para obtener fuerza y esperanza. Pienso, en particular, en los jóvenes,
las familias y los enfermos”.
Además, según recoge Aciprensa,
subrayó la importancia que este lugar santo, donde según la tradición
se trasladó milagrosamente la casa de la Virgen en Nazaret, tiene para
las generaciones jóvenes: “La Santa Casa es la casa de los jóvenes,
porque aquí la Virgen María, la joven llena de gracia, continúa hablando a las nuevas generaciones, acompañando a cada uno en la búsqueda de su vocación”.
Christus vivit: escucha, discernimiento, decisión
Por ello, “he querido firmar aquí la Exhortación Apostólica fruto del Sínodo dedicado a los jóvenes. Se titula Christus vivit,
‘Cristo vive’. En el evento de la Anunciación aparece la dinámica de la
vocación expresada en tres momentos que han marcado el Sínodo: escucha de la Palabra-proyecto de Dios; discernimiento; decisión”.
El primer momento, el de la escucha, “se manifiesta en aquellas
palabras del ángel: ‘No temas maría (…), concebirás un hijo al que darás
a luz y le pondrás por nombre Jesús’. Siempre es Dios el que toma la iniciativa de llamar a que le sigan.
La llamada a la fe y a un coherente camino de vida cristiana o de
especial consagración es un irrumpir discreto, pero fuerte, de Dios en
la vida de un joven, para ofrecerle el don de su amor”.
“Es necesario estar dispuesto y disponible a escuchar y acoger la voz de Dios, que no se reconoce en el estruendo y en la agitación.
Su plan sobre nuestra vida personal y social no se percibe quedándose
en la superficie, sino descendiendo a un nivel más profundo donde actúan
las fuerzas morales y espirituales. Es ahí donde María invita a los
jóvenes a descender y sintonizar con la acción de Dios”.
El segundo momento típico de toda vocación es el discernimiento,
“expresado en las palabras de María: ‘¿Cómo sucederá eso?’. María no
duda, su pregunta no es una falta de fe, sino que expresa su propio
deseo de descubrir la ‘sorpresa’ de Dios. En ella hay
disposición a acoger todas las exigencias del proyecto de Dios sobre su
vida, a conocerlo en todas sus facetas para hacer más responsable y más
completa su propia colaboración”.
“Es la actitud propia del discípulo: toda colaboración humana con la
iniciativa gratuita de Dios se debe inspirar en una profundización de la
propia capacidad y actitud, junto con la conciencia de que siempre es Dios quien se entrega, quien actúa.
Así, también la pobreza y la pequeñez de todos los que el Señor llama a
seguirlo en el camino del Evangelio se transforma en la riqueza de la
manifestación del Señor y en la fuerza del Omnipotente”.
La decisión es el tercer pasaje que caracteriza toda vocación
cristiana, “y queda explícito en la respuesta de María al ángel: ‘Hágase
en mí según tu palabra’. Su ‘sí’ al proyecto de salvación de Dios,
efectuado por medio de la Encarnación, es la entrega a Él de toda la
vida propia. Es el ‘sí’ de la confianza plena y de la disponibilidad
total a la voluntad de Dios. María es el modelo de toda vocación y la inspiradora de toda pastoral vocacional”.
Francisco explicó que “pienso en Loreto como un lugar privilegiado
donde los jóvenes pueden venir a la búsqueda de la propia vocación, a la escuela de María. Un polo espiritual al servicio de la pastoral vocacional”.
La Casa de la Familia
Por este motivo, el Papa pidió a los frailes capuchinos “que amplíen los horarios
de apertura de la Basílica y de la Santa Casa durante la tarde y el
inicio de la noche cuando hay grupos de jóvenes que vienen a rezar y
discernir su vocación”.
El Santo Padre agradeció a los frailes capuchinos por el tiempo que
dedican en el Sacramento de la Reconciliación que permite que haya siempre confesores durante todo el horario de apertura de la Basílica.
Por otro lado, “la Casa de María es también la ‘casa de la familia’. En la delicada situación del mundo actual, la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer asume una importancia y una misión esenciales. Es necesario redescubrir el plan trazado por Dios para la familia, para reafirmar su grandeza e insustituibilidad al servicio de la vida y la sociedad”.
También “la Casa de María es ‘la casa de los enfermos’. Aquí
encuentran acogida los que sufren en cuerpo y espíritu, y la Madre trae a
todos la misericordia del Señor de generación en generación. La
enfermedad hiere a la familia y los enfermos deben ser acogidos dentro
de la familia. El hogar y la familia son los primeros cuidados de los enfermos para amarlo, apoyarlo, alentarlo y cuidarlo.
Por esta razón, el santuario de la Santa Casa es el símbolo de cada
hogar acogedor y santuario de los enfermos. Desde aquí les envío a
todos, en cualquier parte del mundo, un pensamiento afectuoso”.
El Papa Francisco también tuvo palabras dirigidas a las realidades
eclesiales vinculados al Santuario de Loreto, a quienes dijo que Dios,
por medio de María “les confía una misión en este tiempo a ustedes:
llevar el Evangelio de la paz y de la vida a nuestros contemporáneos a
menudo distraídos, atrapados por intereses terrenales o inmersos en un
clima de aridez espiritual. Se necesitan personas sencillas y sabias, humildes y valientes, pobres y generosas. En resumen, personas que, en la escuela de María, acojan el Evangelio sin reservas en sus vidas”.
El Papa cerró su discurso pidiendo “que la Virgen Santa ayude a todos, especialmente a los jóvenes, a recorrer el camino de la paz y de la fraternidad
basadas en la acogida y en el perdón, en el respeto del otro y su amor
que es don de sí. Que nuestra Madre, estrella luminosa de alegría y de
serenidad, done a las familias, santuarios del amor, la bendición y la
alegría de la vida”.
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