Durante la Audiencia General de este 30 de enero en el Aula Pablo Vi, el Papa Francisco recordó su viaje apostólico a Panamá con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
En la audiencia pública de este miércoles 30 de enero, el Papa
Francisco ha recordado con agradecimiento el esfuerzo de todos los
implicados en la JMJ de Panamá.
Una de las cosas que él quiso destacar, una vez más, fue el gesto de
los padres que levantan alto a sus hijos al pasar el Papamóvil. Para el
Papa es como un símbolo de sano orgullo por tener hijos: “¡Cuánta
dignidad en este gesto y cuánto es elocuente para el invierno
demográfico que estamos viviendo en Europa! El orgullo de esa familia son los niños, la seguridad de esa familia son los niños, el invierno demográfico sin hijos es difícil, ¿no?”, expresó.
El Papa también quiso referirse al encuentro previo de jóvenes
indígenas en Panamá: fue, dijo, “una iniciativa importante que ha
manifestado todavía mejor el rostro multiforme de la Iglesia en América
Latina”, ya que, como recordó, “América Latina es mestiza”.
“Ver todas las banderas desfilar juntas, danzar en las manos de los
jóvenes alegres por encontrarse es un signo profético, un signo en
contracorriente respecto a la triste tendencia actual a los nacionalismos conflictivos que alzan los muros, que se cierran a la universalidad, al encuentro con los pueblos”, explicó el Pontífice quien agregó que “es un signo que los jóvenes cristianos son en el mundo levadura de paz”.
Por otro lado, el Santo Padre recordó que esta JMJ tuvo una fuerte
huella mariana porque el tema eran las palabras de la Virgen al ángel
San Gabriel contenidas en el Evangelio de San Lucas “He aquí la sierva del Señor, se cumpla en mi según tu Palabra”.
Asimismo, el Papa se detuvo en algunas de las etapas de la JMJ como el tradicional Via Crucis realizado el viernes. “Caminar con María detrás de Jesús que lleva la cruz es la escuela de la vida cristiana: allí se aprende el amor paciente, silencioso y concreto” dijo Francisco.
Confesó además que siempre lleva en su bolsillo un pequeño Via Crucis para rezarlo cuando tiene tiempo. “Yo les hago una confidencia, a mi me gusta mucho hacer el Via Crucis,
porque es ir con María detrás de Jesús, y siempre lo llevo conmigo para
rezarlo en cualquier momento. Un Via Crucis de bolsillo que me lo ha
regalado una persona muy apostólica en Buenos Aires y cuando tengo
tiempo, lo tomo y sigo el Via Crucis” e invitó a rezarlo también: “hagan ustedes el Via Crucis porque es seguir a Jesús con María en el camino de la Cruz
donde Él ha dado la vida por nosotros, por nuestra redención. En el Via
Crucis se aprende el amor paciente, silencioso y concreto”, señaló.
En esta línea, el Santo Padre explicó que los jóvenes en Panamá
llevaron “con Jesús y María el peso de la condición de tantos hermanos y
hermanas sufrientes en América Central y en el mundo entero” entre los
que se encuentran muchos jóvenes víctimas de diversas formas de
esclavitud y de pobreza. Por ello, recordó en particular la Liturgia Penitencial celebrada en un centro de menores y la visita a la casa familia “Buen Samaritano” que hospeda enfermos de Sida.
"Del entusiasmo, a la escucha"
Según el Pontífice, “el culmen de la JMJ y del viaje” fueron la
Vigilia del sábado por la noche y la Misa del domingo con los jóvenes en
el Campo San Juan Pablo II. “En la Vigilia se renovó el diálogo vivo
con todos los chicos y chicas, entusiastas y también capaces de silencio
y de escucha”. “Pasaban del entusiasmo a la escucha y la oración en silencio”, destacó.
A los jóvenes les ha sido propuesta María “como aquella que, en su pequeñez, más que cualquier otro ha ‘influido’ en la historia del mundo: la hemos llamada la ‘influencer’ de Dios”, dijo el Papa quien señaló que María “en su ‘fiat’ se han reflejado los testimonios hermosos y fuertes de algunos jóvenes”.
Al día siguiente, el domingo por la mañana en la Celebración
Eucarística final, el Santo Padre dijo que “Cristo Resucitado, con la
fuerza del Espíritu Santo, ha hablado nuevamente a los jóvenes del mundo
llamándolos a vivir el Evangelio en el ‘hoy’, porque los jóvenes no son
el ‘mañana’, son el ‘hoy para el mañana’, no son el ‘mientras tanto’
sino el hoy, el ahora de la Iglesia y del mundo”, dijo.
Por este motivo, el Papa realizó un llamado a la responsabilidad de
los adultos “para que no falten a las nuevas generaciones instrucción,
trabajo, comunidad y familia” y añadió que “esto es clave en este
momento del mundo” la educación, el trabajo “cuántos jóvenes sin
trabajo” y comunidad para que “se sientan acogidos en familia y en la
sociedad”, animó.
Con los obispos, recordando a San Óscar Romero
El Papa recordó el encuentro con los Obispos de América Central “ha
sido para mi un momento de especial consolación” aseguró, porque
recordaron juntos el testimonio del santo obispo Óscar Romero “para
aprender siempre mejor el ‘sentir de la Iglesia’ -que era su lema
episcopal-, en la cercanía a los jóvenes, pobres, sacerdotes y al santo
pueblo fiel de Dios”.
Por último, el Santo Padre aseguró que tuvo “un fuerte valor
simbólico” la Consagración del altar de la restaurada Catedral de Santa
María La Antigua en Panamá que había estado cerrada por siete años para
su restauración. “Un signo de belleza reencontrada, a gloria de Dios y
para la fe y la fiesta de su pueblo”.
“Que pueda la familia de la Iglesia, en Panamá y en el mundo entero, recibir del Espíritu Santo nueva fecundidad siempre, para que continúe y se difunda sobre la tierra la peregrinación de los jóvenes discípulos misioneros de Jesucristo”, concluyó.
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