El testimonio de unos esposos que acogieron una niña con Síndrome Down, en el centro del discurso del Papa en la Vigilia de los jóvenes
En el marco de la celebración de la 34°
Jornada Mundial de la Juventud, Panamá 2019, el papa Francisco se
conmovió por el testimonio de una familia panameña: “Frente a la vida de
vuestra hija frágil, indefensa y necesitada la respuesta fue un “sí” y
ahí tenemos a Inés (la hija de la pareja con Síndrome de Down). ¡Ustedes
creyeron que el mundo no es solo para los fuertes!”.
Lo dijo el Pontífice en la Vigilia con los jóvenes en el Campo de
Campo San Juan Pablo II – Metro Park, este sábado 27 de enero de 2019,
luego de escuchar el testimonio de la familia de Erika y Rogelio
Bucktron.
“Nos sentimos bendecidos por Dios a través de nuestra familia y de
nuestros 22 años de matrimonio. Tuve 5 embarazos de los cuales uno
resultó ser anembriónico. A mis 42 años no lo esperaba, pero Dios tenía
otros planes para mi familia. Fue un embarazo de alto riesgo. A las 17
semanas el médico confirmó el Síndrome de Down”, contó Erika.
“Durante todo el embarazo nos abandonamos en las manos de Dios y
pedimos se cumpliera su voluntad…Cuando nació nuestra hija decidimos
amarla con todo nuestro corazón, sin hacer ninguna diferencia con
nuestros otros hijos, los cuales también la acogieron con mucho amor”.
“Le damos gracias a Dios por el nacimiento de Inés, nombre que
elegimos en honor a Santa Inés, esa niña que a su corta edad fue mártir
por amor a Cristo y es patrona de las jóvenes, las prometidas en
matrimonio y además es signo de pureza”.
El Pontífice ante el testimonio de la familia de Erika y Rogelio,
sostuvo que “muchos jóvenes a ejemplo de María arriesgan y apuestan
guiados por una promesa”.
Y agradeció a “Erika y Rogelio” que “compartieron sus temores,
dificultades y todo el riesgo vivido ante el nacimiento de su hija
Inés”.
“Pero lo sorprendente fue cuando agregaron: «al nacer nuestra hija
decidimos amarla con todo nuestro corazón». Ante su llegada, frente a
todos los anuncios y dificultades que aparecían, tomaron una decisión y
dijeron como María «hágase», decidieron amarla”.
En este contexto, explicó que decir “sí” al Señor, “es animarse a
abrazar la vida como viene con toda su fragilidad y pequeñez y hasta
muchas veces con todas sus contradicciones e insignificancias con el
mismo amor con el que nos hablaron Erika y Rogelio”.
“Es abrazar – continuó – nuestra patria, nuestras familias, nuestros
amigos tal como son, también con sus fragilidades y pequeñeces. Abrazar
la vida se manifiesta también cuando damos la bienvenida a todo lo que
no es perfecto, puro o destilado, pero no por eso menos digno de amor”.
Cuestión: ¿Acaso alguien por ser discapacitado o frágil no es digno
de amor?, ¿alguien por ser extranjero, por haberse equivocado, por estar
enfermo o en una prisión no es digno de amor? Así lo hizo Jesús: abrazó
al leproso, al ciego y al paralítico, abrazó al fariseo y al pecador.
Abrazó al ladrón en la cruz e incluso abrazó y perdonó a quienes lo
estaban crucificando”.
“¿Por qué?”, preguntó. “Porque solo lo que se ama puede ser salvado.
Solo lo que se abraza puede ser transformado. El amor del Señor es más
grande que todas nuestras contradicciones, fragilidades y pequeñeces,
pero es precisamente a través de nuestras contradicciones, fragilidades y
pequeñeces como Él quiere escribir esta historia de amor”, expresó el
Papa.
“Porque la verdadera caída, la que es capaz de arruinarnos la vida es
permanecer en el piso y no dejarse ayudar”, animó. ¡Qué difícil se hace
muchas veces entender el amor de Dios! Pero, ¡qué regalo es saber que
tenemos un Padre que nos abraza más allá de todas nuestras
imperfecciones!”.
Se trató de la tercera fecha de
la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y fue una noche de vigilia,
entre oración conciertos y otras actividades.
Aleteia