Santa Margarita María de Alacoque
La escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón
En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenía 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes.
La escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón
En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenía 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes.
En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó
con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: “He
aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado
nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en
reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud”.
Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera
del Sagrado Corazón, hacía un año que vestía el hábito de las monjas de
la Visitación en Paray le Monial.
Había nacido el 22 de agosto de 1647 en Verosvres, en Borgoña. Su
padre, juez y notario, había muerto cuando Margarita era todavía muy
joven.
A los nueve años hizo su primera comunión y a los 22 recibió la
Confirmación, a la que se preparó con una confesión general: empleó
quince días escribiendo en un cuaderno la larga lista de sus faltas para
leérselas luego al confesor. En esa ocasión añadió al nombre de
Margarita el de María.
Después, habiendo vencido las últimas resistencias de la madre, que
hubiera preferido verla casada, pudo entrar al convento de la Orden de
la Visitación, fundado 60 años antes por san Francisco de Sales,
ofreciéndose desde el día de su entrada como “víctima al Corazón de Jesús.”
Las extraordinarias visiones con que fue favorecida
le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta
cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual
del jesuita san Claudio de la Colombière.
En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el
consuelo de ver difundida la devoción al Corazón de Jesús, y los mismos
opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas.
Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690.
Aleteia