
El Pontífice inició su discurso agradeciendo la presencia de los jóvenes “cuya fuerza emana positividad y entusiasmo,
capaz de invadir y animar no sólo esta sala, sino a toda la Iglesia y
al mundo entero”; a la vez que mostró su gratitud con todas las personas
“que a lo largo de dos años de preparación -aquí en la Iglesia de Roma y
en todas las Iglesias del mundo- han trabajado con dedicación y pasión
para llevarnos a este momento”.
Diálogo libre también en las Redes Sociales
Asimismo, el Papa dedicó un pensamiento especial a los jóvenes que
participan en el Sínodo conectados a través de las Redes Sociales y las
nuevas formas de tecnología que permiten, de un modo u otro, “expresar
sus voces”, ya que – dijo Francisco- “vale la pena sentirse parte de la Iglesia o entrar en diálogo con ella;
vale la pena tener a la Iglesia como madre, como maestra, como hogar,
como familia, que a pesar de las debilidades y dificultades humanas, es
capaz de resplandecer y transmitir el mensaje eterno de Cristo”.

Según recoge Vatican News, el obispo de Roma destacó que el Sínodo que estamos viviendo “es un tiempo para compartir”,
por ello invitó a todos a hablar con valentía y parresía, es decir,
integrando libertad, verdad y caridad; porque- dijo- “sólo el diálogo
puede hacernos crecer como Iglesia, puesto que la crítica honesta y
transparente es constructiva y ayuda, mientras que la charla inútil, los
rumores, las inferencias o los prejuicios no lo son”.
Valentía para hablar y humildad para escuchar
Igualmente el Santo Padre señaló que la valentía para hablar debe ir acompañada de la humildad de escuchar: “El Sínodo debe ser un ejercicio de diálogo,
sobre todo entre los que participan en él. Y el primer resultado de
este diálogo es que cada uno se abre a lo nuevo, a cambiar de opinión
gracias a lo que ha escuchado de los demás”, añadió Francisco subrayando
que sentirnos libres para acoger y comprender a los demás, y así
cambiar nuestras creencias y posiciones; “es un signo de gran madurez
humana y espiritual”.
Igualmente, Francisco también reflexionó sobre el Sínodo como un
“ejercicio eclesial de discernimiento”. Explicó que “la apertura en el
hablar y la apertura en la escucha son fundamentales para que el Sínodo
sea un proceso de discernimiento”, dijo el Sucesor de Pedro, asegurando
que el discernimiento “no es un eslogan publicitario, no es una técnica organizativa, ni una moda de este pontificado, sino una actitud interior enraizada en un acto de fe”.
Discernir en el corazón reflexionando en silencio
Al respecto, Francisco resaltó que el discernimiento es el método y al mismo tiempo el objetivo que nos fijamos: “se basa en la convicción de que Dios actúa en la historia del mundo,
en los acontecimientos de la vida, en las personas que encuentro y que
me hablan. Por eso estamos llamados a escuchar lo que el Espíritu nos
sugiere, de maneras y en direcciones que a menudo son impredecibles”.
“El discernimiento no es un eslogan publicitario, no es una técnica organizativa, ni una moda de este pontificado, sino una actitud interior enraizada en un acto de fe”, indicó.
En este contexto, teniendo en cuenta que el ejercicio de discernir necesita de “espacio y de tiempo”, el
Papa dispuso que durante los debates, en el Pleno y en los Grupos, cada
cinco intervenciones se guarden algunos minutos de silencio “para
que todos puedan prestar atención a las resonancias que las cosas que
escuchan provocan en sus corazones, profundizar y captar lo que más les
llama la atención. Esta atención a la interioridad es la clave para
realizar el camino del reconocimiento, la interpretación y la elección”,
añadió.
Una Iglesia en camino que escucha
“El camino de preparación para este momento ha puesto de relieve una
Iglesia que está obligada a escuchar también a los jóvenes, que a menudo
sienten que la Iglesia no comprende su originalidad y, por tanto, no
los acepta por lo que realmente son, y a veces incluso los rechaza. Este Sínodo tiene la oportunidad, la tarea y el deber de ser un signo de la Iglesia que escucha realmente,
que se deja interpelar por las peticiones de aquellos que salen a su
encuentro, aunque no siempre tenga una respuesta preparada”.

Para el Papa, “una Iglesia que no escucha está cerrada a la novedad,
cerrada a las sorpresas de Dios, y no será creíble, sobre todo para los
jóvenes, que inevitablemente se alejarán en lugar de acercarse”,
afirmó.
La tentación de los jóvenes
“Los jóvenes están tentados de considerar a los adultos anticuados; los adultos están tentados de sentir que los jóvenes no tienen experiencia de saber cómo son
y, sobre todo, de cómo deben ser y comportarse. Esto puede ser un
obstáculo importante para el diálogo y los encuentros
intergeneracionales”, advirtió el Obispo de Roma, explicando que
“descuidar el tesoro de experiencias que cada generación hereda y
transmite a la otra, es un acto de autodestrucción”.
Por lo tanto, es necesario- observó Francisco- por una parte, superar decididamente la plaga del clericalismo. “Una Iglesia que no escucha está cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no será creíble, sobre todo para los jóvenes, que inevitablemente se alejarán en lugar de acercarse ”
“De hecho, escuchar y salir de los estereotipos es también un
poderoso antídoto contra el riesgo del clericalismo, el cual es una
perversión y es la raíz de muchos males en la Iglesia", dijo el
Pontífice, poniendo en guardia también sobre el peligro del virus de la
autosuficiencia, que afecta a algunos jóvenes llevándolos a tomar
decisiones precipitadas, ya que- expresó Francisco- “la acumulación de la experiencia humana a lo largo de la historia es el tesoro más preciado
y fiable que las generaciones heredan unas de otras. Sin olvidar nunca
la revelación divina, que ilumina y da sentido a la historia y a nuestra
existencia”.
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