El Papa Francisco presidió este viernes la Eucaristía en la
Casa Santa Marta. En su homilía, recordó que Jesús habla de la levadura
“que hace crecer” pero también existe una levadura “mala” que “arruina”,
que hace crecer “hacia adentro”.
Es la “de los fariseos, la de los Doctores de la Ley de aquel tiempo, la de los saduceos”, es decir, “la hipocresía”.
Se trata de gente – explicó el Papa – encerrada en sí misma, que piensa
en lucirse, en hacer “de cuenta”, en dar una limosna y después hacer
“sonar la trompeta” para hacerlo saber a los demás.
Los hipócritas "miran hacia el otro lado"
La preocupación de estas personas “es custodiar lo que tienen
dentro”, su propio “egoísmo”, su propia “seguridad”: “Cuando hay algo
que los pone en dificultad” como el hombre agredido y dejado “medio
muerto” por los brigantes, o si se encuentran con “un leproso” – añadió
el Pontífice – “ellos miran hacia el otro lado”, según sus propias “leyes internas”.
“Esta levadura es peligrosa. Estén atentos. Es la hipocresía”.
Jesús no tolera la hipocresía: este presentarse bien, también con
bellas formas de educación, pero con malos hábitos dentro. Y el mismo
Jesús dice: 'De afuera ustedes son bellos, como los sepulcros, pero
dentro hay putrefacción o destrucción, están los escombros'. Esta
levadura que hace crecer hacia adentro, es una levadura que hace crecer
sin futuro, porque en el egoísmo, en el hecho de dirigirse a sí mismo,
no hay futuro, no hay futuro. En cambio, otro tipo de persona es la que
vemos con otra levadura, que es contraria, que hace crecer hacia afuera.
Es más, que hace crecer como herederos, para tener una herencia",
afirmó, tal y como recoge Vatican News.
Otra forma de reaccionar
Francisco recordó después que en la Carta a los Efesios, San Pablo
explica que “en Cristo también hemos sido hechos herederos,
predestinados”. La referencia es a personas proyectadas “hacia afuera”.
“A veces se equivocan, pero se corrigen; a veces caen, pero se levantan. Incluso a veces pecan, pero se arrepienten.
Y siempre hacia afuera, hacia aquella herencia, porque ha sido
prometida. Y esta gente es gente gozosa, porque se le ha prometido una
felicidad muy grande: Que serán gloria, alabanza de Dios. Y “la
levadura – dice Pablo – de esta gente es el Espíritu Santo”, que nos
impulsa a ser alabanza de su gloria, de la gloria de Dios”.
El “sello del Espíritu Santo”, que había sido “prometido” es – dijo
el Papa – citando una vez más al apóstol – “anticipo de nuestra
herencia”, en espera de la “completa redención”. Precisamente Jesús nos
quiere “siempre en camino con la levadura del Espíritu Santo que jamás
hace crecer hacia adentro, como los Doctores de la Ley, como los
hipócritas”. En efecto, el Espíritu Santo “empuja hacia afuera”, “hacia el horizonte”. Así Jesús quiere “que sean los cristianos”:
si bien “con dificultades, con sufrimientos, con problemas, con
caídas”, siempre adelante con la esperanza “de encontrar la herencia,
porque tienen la levadura que es adelanto, que es el Espíritu Santo”. He
aquí los dos tipos de personas nombradas:
“Una que, guiada por su propio egoísmo, crece hacia adentro. Tiene
una levadura – el egoísmo – que la hace crecer hacia adentro y sólo se
preocupa de presentarse bien, de parecer equilibrado, bien: que no se
vean los malos hábitos que tienen. Son los hipócritas, y Jesús dice:
‘Estén atentos’. Las otras personas son los cristianos: deberíamos ser
cristianos, si bien también están los cristianos hipócritas, que no
aceptan la levadura del Espíritu Santo. Por esto Jesús nos pone en
guardia: “Estén atentos a la levadura de los fariseos”. La levadura de los cristianos es el Espíritu Santo, que nos empuja hacia afuera,
nos hace crecer, con todas las dificultades del camino, también con
todos los pecados, pero siempre con la esperanza. El Espíritu Santo es
precisamente el anticipo de esa esperanza, de esa alabanza, de esa
alegría. Esta gente tiene en el corazón al Espíritu Santo como levadura,
es gozosa, incluso en los problemas y en las dificultades. Los
hipócritas han olvidado lo que significa ser gozoso”.
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