Tras la multitudinaria Salve del martes, que interpretó según es tradicional el Orfeón Donostiarra, este miércoles el obispo de San Sebastián presidió la misa de la Asunción en la catedral del Buen Pastor.
En su homilía, José Ignacio Munilla señaló algunos puntos que
inducen a confusión al hombre contemporáneo, presentando a "nuestra
Madre del Cielo" como guía: ella es quien "nos ayuda a descubrir nuestro
punto de partida, el de llegada, así como el camino, que como
peregrinos, estamos llamados a recorrer. Ella ilumina nuestra noche, al tiempo que comparte nuestro camino y nos indica la meta".
Esa desorientación fue denunciada por el Papa Francisco en la encíclica Lumen Fidei, de la que monseñor Munilla extrajo una idea fundamental: "Perdida la orientación fundamental que da unidad a su existencia, el hombre se disgrega en la multiplicidad de sus deseos".
La catedral de San Sebastián se abarrotó el martes para la tradicional Salve, interpretada por el Orfeón Donostiarra.
Esto da lugar a cuatro grandes contradicciones en "nuestra cultura", que desgranó en la parte fundamental del sermón.
Primera, que, pese a la pretensión de que vivimos en "una aldea global como una gran familia", lo cierto es que "nuestra cultura nos ha aislado:
nuestras familias son frágiles y se desintegran con facilidad, la
tecnología nos lleva a vivir aislados en una burbuja, y las amistades
fuertes parecen más el recuerdo de un pasado que una realidad del
presente", y "la vida real camina... hacia la soledad".
Segunda, que la conciencia de valores como la libertad, la dignidad
humana o la democracia, "constatamos las graves consecuencias de una comprensión reduccionista del concepto de libertad,
que olvida que la dimensión antropológica precede a la política. En
efecto, nuestra cultura ensalza la libertad, como concepto político;
mientras que genera 'esclavos' de forma verdaderamente preocupante".
Tercera, que, pese a la proclamada "solidaridad" y la sensibilización
hacia "los colectivos más desfavorecidos y frágiles", ambas suelen circunscribirse a "determinados focos de atención mediática,
ignorando otros dramas humanos que son ocultados", tal vez "por no ser
considerados políticamente correctos". El obispo citó como "elocuente"
ejemplo "el 'descarte' de los niños concebidos y no nacidos".
Y cuarta, que si bien se valoran como básicos para la convivencia "el
diálogo y la tolerancia", los hechos muestran que "estamos siendo
testigos de una creciente agresividad hacia el que piensa distinto;
bien sea a través de las redes sociales, bien sea en la convivencia
diaria, bien sea en el contexto de un ambiente social impositivo, en el
que es perseguido quien se atreve a pensar de forma matizada".
Ahora bien, señaló monseñor Munilla como razón de la esperanza, "la
sociedad no está condenada necesariamente a esa disgregación en una
multiplicidad de deseos contradictorios. La coherencia es posible, en la medida en que existe una cosmovisión que conjuga los valores; y sin que estos se disuelvan en otros antivalores".
¿Cómo recuperar la unidad? "La luz de la fe continúa siendo vital para orientar el sentido de la existencia",
dijo el prelado, quien apuntó a "la Madre Asunta al Cielo" como quien
puede ayudarnos "a descubrir el punto 'de partida', el 'de llegada', así
como el 'camino' que hemos de recorrer en nuestra peregrinación".
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