Papa Francisco invitó a vivir de manera coherente con las promesas del Bautismo, renovados en la Confirmación: renunciar al mal y adherir al bien
“¡Hoy los exhorto a ser
protagonistas del bien! No se sientan contentos cuando no hagan el mal;
cada uno es culpable del bien que podía hacer y no lo ha hecho”, lo dijo
el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del
Ángelus del XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Domingo en el cual el
Obispo de Roma encontró a los jóvenes peregrinos de las Diócesis de
Italia.
No entristezcan al Espíritu Santo
Comentando la segunda lectura que la liturgia presenta este Domingo,
el Santo Padre recordó la invitación del apóstol Pablo: “No entristezcan
al Espíritu Santo de Dios, que los ha marcado con un sello para el día
de la redención” (Ef 4,30). Pero, ¿Cómo se entristece al Espíritu Santo,
se pregunta el Papa? Todos los hemos recibido en el Bautismo y en la
Confirmación, por ello, para no entristecer al Espíritu Santo, es
necesario vivir de manera coherente con las promesas del Bautismo,
renovados en la Confirmación: tienen dos aspectos: renunciar al mal y adherir al bien.
Renunciar al mal
Renunciar al mal, explica el Sumo Pontífice, significa decir “no” a
las tentaciones, al pecado, a satanás. De modo concreto significa decir
“no” a una cultura de la muerte, que se manifiesta en la fuga de la
realidad hacia una felicidad falsa que se expresa en la mentira, en el
engaño, en la injusticia, en el desprecio del otro.
“La vida nueva que nos ha sido dada en el Bautismo – precisa el Papa –
y que tiene al Espíritu como fuente, rechaza una conducta dominada por
sentimientos de división y de discordia”. Por ello, el apóstol Pablo
exhorta a quitar del propio corazón ‘toda amargura, arrebatos, ira,
gritos e insultos y toda clase de maldades’ (v. 31). Estos seis
elementos o vicios que perturban la alegría del Espíritu, agrega el
Pontífice, envenenan el corazón y conducen a imprecaciones contra Dios y
contra el prójimo.
Adherirse al bien
Pero, no basta no hacer el mal para ser un buen cristiano, afirma el
Papa Francisco, es necesario adherirse al bien y hacer el bien. Es por
ello que San Pablo continua: “Sean mutuamente buenos y compasivos,
perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo”
(v. 32). Muchas veces escuchamos a algunos decir: “Yo no hago del mal a
nadie”. De acuerdo, ¿pero hace el bien? Cuantas personas no hace el mal,
pero ni siquiera hacen el bien, y sus vidas transcurren en la
indiferencia, en la apatía, en el desinterés. “Esta actitud – afirma el
Santo Padre – es contraria al Evangelio, y es contraria también al
índole de ustedes jóvenes, que por naturaleza son dinámicos, apasionados
y valientes”.
¡Sean protagonistas del bien!
Hoy los exhorto a ser protagonistas del bien, anima el Papa
Francisco, no se sientan contentos cuando no hagan el mal; cada uno es
culpable del bien que podía hacer y no lo ha hecho.
“No basta no odiar, es necesario perdonar; no basta no tener rencor,
es necesario orar por los enemigos; no basta no ser causa de división,
es necesario llevar la paz donde no existe; no basta no hablar mal de
los demás, es necesario interrumpir cuando escuchamos hablar mal de
alguien”. Si no nos oponemos al mal, subraya el Papa, lo alimentamos de
modo tácito. Es necesario intervenir donde el mal se difunde; porque el
mal se difunde donde faltan cristianos audaces que se opongan con el
bien, “caminando en la caridad, según la exhortación de San Pablo.
Queridos jóvenes, concluyó el Papa Francisco, en estos días han
caminado mucho y puedo decirles: ¡Caminen en la caridad! Caminemos
juntos hacia el Sínodo de los Obispos. La Virgen María nos sostenga con
su materna intercesión, para que cada uno de nosotros, cada día, con los
hechos, pueda decir “no” al mal y “si” al bien.
Aleteia