Santa Marta
La hermana "activa" de Lázaro y María que profesó: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo"
La hermana "activa" de Lázaro y María que profesó: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo"
Marta y su hermana María como anfitrionas de Jesús en "un pueblo"
-aunque sin mencionar ni a Lázaro ni al pueblo de Betania-, aparecen en
un breve relato de san Lucas, 10,38-42.
A su vez las dos hermanas relacionadas con Lázaro y con Betania
aparecen mencionadas en Juan 11,1-53, el largo y significativo relato de
la resurrección de Lázaro (que resulta ser la motivación inmediata de
la muerte de Jesús, v.47ss) y nuevamente en Juan 12,1-8, con la escena
de la unción en Betania.
Sobre Marta y María tenemos las dos actitudes bien plasmadas en el
relato de Lázaro: Marta que sale al encuentro, discute con Jesús, en el
capítulo 12 sirve la mesa: Marta es activa.
De María se dan tres pinceladas: permaneció en la casa (es decir, de
duelo), pero en cuanto oyó que Jesús la llamaba «se levantó rápidamente,
y se fue donde él» (v. 29), cuando lo ve a Jesús «cayó a sus pies» (v.
32), y en la escena del capítulo 12 «ungió los pies de Jesús y los secó
con sus cabellos» (v. 3).
Curiosamente, la tres referencias a María la muestran "a ras de suelo", mientras que Marta está erguida, discute, va y viene.
Juan enseñó cuestiones importantes en torno a la fe por medio de
estas dos hermanas, pero el centro de lo que estaba hablando está puesto
en la resurrección de Lázaro y en la próxima muerte de Jesús.
San Lucas, sin embargo, supo encontrar en esas dos hermanas dos
actitudes que seguramente han sido una constante en la vida de la
Iglesia desde el inicio, y que más tarde darán lugar a los caracteres
"activo" y "contemplativo".
Así que nos cuenta una escena en donde esos dos caracteres están
manifiestos al extremo: Marta, que "se preocupa y se agita", y María que
"ha elegido la parte buena".
Marta, María, Lázaro, tres hermanos, amigos de Jesús, que han sido
vehículos para enseñanzas que difícilmente no tengamos en la memoria,
precisamente porque han sido transmitidas a través de hechos
extraordinariamente cotidianos: la agitación e inquietud que provoca la
vida misma, el deseo frecuentemente insatisfecho de permanecer en
silencio ante Dios, el dolor de una pérdida... acontecimientos de los
que ninguna vida está libre, aunque son aquellos de los que más nos
cuesta hablar.
Artículo originalmente publicado por evangeliodeldia.org
Aleteia