El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, experto en temas de familia y vida, ha presidido este miércoles la misa retransmitida por La 2 de Televisión Española con motivo del Día de Santiago, santo patrón de España. Desde la parroquia de Santiago Apóstol en Torrejón de Ardoz, aprovechó que la fiesta coincidía con los 50 años de la publicación de la encíclica "Humanae Vitae", del beato Pablo VI, para leer algunos párrafos del texto.
Esos párrafos han escandalizado en La Sexta, canal televisivo especialmente anticlerical, que no ha distinguido entre las palabras propias del obispo y las del beato Pablo VI, el pontífice que reafirmó la ilicitud moral de las prácticas anticonceptivas.
Así, La Sexta publica, con gran indignación: "El obispo Reig Pla
carga contra los anticonceptivos: 'Conllevan el deterioro moral en torno
a la sexualidad'. El obispo de Alcalá de Henares ha emprendido, una vez
más, una nueva cruzada y en este caso ha sido contra los métodos anticonceptivos. 'Podría temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer', ha afirmado. Además, en su línea, ha añadido que 'el
hombre puede llegar a considerar a la mujer como un simple instrumento
de goce egoísta y no como compañera respetada y amada'".
Las frases destacadas, en realidad, son de Pablo VI de hace medio siglo.
El Papa Francisco canonizará en octubre a este pontífice, que se sumará
a San Juan Pablo II y San Juan XXIII como nuevo pontífice santo de la
iglesia universal.
Pablo VI escribió Humanae Vitae y alguna prensa no se enteró
Reig Pla, alabó la encíclica de Pablo VI. "Sus palabras, promoviendo la dignidad de la vida humana y la procreación y educación de los niños, son verdaderamente proféticas
y forman parte de la ética social que llamamos Doctrina Social de la
Iglesia. El no haber escuchado la voz profética de la Iglesia, nos ha
sumido en un desierto demográfico y ha favorecido el debilitamiento de los matrimonios", ha explicado.
Efectivamente, en 2016 y 2017 ha habido en España más muertes que nacimientos, algo que no pasaba desde la Guerra Civil, y ya escasean las mujeres en edad fértil. Además, las tasas de matrimonio son bajísimas, y las de divorcio altas.
HOMILÍA SOLEMNIDAD DE SANTIAGO APÓSTOL PATRONO DE ESPAÑA
Parroquia de Santiago Apóstol de Torrejón de Ardoz, 25 de Julio de 2018
Homilía completa de Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares
Homilía completa de Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares
Hemos pedido en la oración colecta que, por intercesión del Apóstol
Santiago, «los pueblos de España se mantengan fieles a Cristo hasta el
final de los tiempos».
Verdaderamente hoy, como en tiempos del apóstol, España necesita a
Cristo y necesita la vigencia del cristianismo en el seno de la Iglesia
Católica. Esta es nuestra tradición mayoritaria que ha configurado
nuestros pueblos.
Necesitamos a Cristo porque Él, con su gracia, garantiza la dignidad
de la persona humana y le ofrece un sentido para vivir con esperanza.
Es Cristo quien nos garantiza también la bondad del matrimonio y el
bien social de la familia que constituyen la base más sólida de nuestra
sociedad y su futuro.
Cristo es el único que da respuesta a los interrogantes profundos del
corazón humano. Es Él quien confiere sentido al sufrimiento y vivifica
nuestra esperanza. Con su muerte nos ha redimido y con su resurrección
nos ha abierto las puertas del cielo. Siguiéndole a Él, nuestra vida no
está abocada al fracaso sino a la felicidad eterna. Este es el destino
final al que estamos llamados quienes hemos sido incorporados por el
bautismo a su muerte y su resurrección.
La fe en Cristo es lo que ha alentado la unidad de nuestro pueblo y
nos ha llevado con auténtico espíritu misionero a evangelizar, bajo la
guía del apóstol Santiago, los pueblos de Hispanoamérica, Filipinas y
pueblos de Oceanía y África.
Para mantener viva esta fe, en nuestro pueblo, necesitamos escuchar y
poner en práctica la Palabra de Dios que hemos proclamado y que podemos
sintetizar en estos tres puntos.
En primer lugar, el testimonio de los apóstoles y el martirio de
Santiago, nos invitan a recuperar el valor y la libertad de la Iglesia
para anunciar que la muerte ha sido vencida. «Cristo ha resucitado y ha
sido constituido jefe y salvador, para otorgar a Israel - y a todas las
naciones - la conversión y el perdón de los pecados».
De los apóstoles hemos de aprender, pues, a no tener miedo, a ser
libres y proclamar a viva voz que «hemos de obedecer a Dios antes que a
los hombres», porque sólo en Dios y en su Amor está la salvación.
Obedeciendo a Dios la Iglesia Católica en España no puede ofrecer
simplemente lo que el mundo ofrece. Para eso no hacemos falta. Siendo
legítima y necesaria la colaboración con las necesidades de los hombres,
nuestros hermanos, lo específico de la Iglesia es anunciar la gracia de
Dios, el perdón de los pecados, la salvación que nos alcanza por la
oración y los sacramentos y, sobre todo, la vida eterna que nos ha
merecido Jesucristo Nuestro Señor. Como dice el Papa Francisco la
Iglesia «no es una agencia humanitaria, la Iglesia no es una ONG, la
Iglesia está enviada a llevar a todos a Cristo y su Evangelio»
(Audiencia General, 23-10-2013)
Del apóstol San Pablo hemos de aprender, en segundo lugar, que este
tesoro, que es la gracia de Dios y la salvación, lo llevamos en vasijas
de barro para que se manifieste que la gloria es de Dios. Nuestra
Iglesia Católica, además de ser libre, necesita ser pobre y humilde
porque nuestra fortaleza está en Dios y en la primacía de la gracia.
Como los apóstoles, hemos de poder decir: «Creemos y por eso
hablamos, sabiendo que quien resucitó a Jesús nos resucitará a
nosotros». Por eso, no nos acobardamos, ni nos asusta la persecución, ni
el sufrimiento, ni la muerte. Es más, también, como el apóstol,
nosotros podemos decir: «por todas partes llevamos la muerte de Jesús
para que vosotros - los que nos escuchen - tengáis vida».
En tercer lugar, como nos enseña Jesús, hemos de escapar de la lógica
de la ambición y del poder. El Maestro nos advierte: «sabéis que los
jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No
será así entre vosotros. El que quiera ser grande entre vosotros, que
sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que
sea vuestro esclavo».
La lógica de los cristianos no es, pues, la lógica del poder sino la
lógica del Amor que lleva el servicio hasta el límite como Jesús: «que
no ha venido a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate de
muchos».
Esta lógica del servicio llevó al Beato Pablo VI a promulgar en el
día de hoy, hace cincuenta años, la Encíclica Humanae vitae en la que,
desde la visión integral del hombre, exaltó el amor conyugal y
estableció las bases para una paternidad responsable y una apertura a la
vida por parte de los matrimonios que garantizara el futuro de la
sociedad.
Sus palabras, promoviendo la dignidad de la vida humana y la
procreación y educación de los niños, son verdaderamente proféticas y
forman parte de la ética social que llamamos Doctrina Social de la
Iglesia. El no haber escuchado la voz profética de la Iglesia, nos ha
sumido en un desierto demográfico y ha favorecido el debilitamiento de
los matrimonios.
Como dice el Beato Pablo VI:
«Los hombres rectos podrán convencerse todavía de la consistencia de
la doctrina de la Iglesia en este campo si reflexionan sobre las
consecuencias de los métodos de la regulación artificial de la
natalidad. Consideren, antes que nada, el camino fácil y amplio que se
abriría a la infidelidad conyugal y a la degradación general de la
moralidad. No se necesita mucha experiencia para conocer la debilidad
humana y para comprender que los hombres, especialmente los jóvenes, tan
vulnerables en este punto tienen necesidad de aliento para ser fieles a
la ley moral y no se les debe ofrecer cualquier medio fácil para burlar
su observancia. Podría también temerse que el hombre, habituándose al
uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la
mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico,
llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como
a compañera, respetada y amada.
Reflexiónese también sobre el arma peligrosa que de este modo se
llegaría a poner en las manos de autoridades públicas despreocupadas de
las exigencias morales. ¿Quién podría reprochar a un gobierno el aplicar
a la solución de los problemas de la colectividad lo que hubiera sido
reconocido lícito a los cónyuges para la solución de un problema
familiar? ¿Quién impediría a los gobernantes favorecer y hasta imponer a
sus pueblos, si lo consideraran necesario, el método anticonceptivo que
ellos juzgaren más eficaz? En tal modo los hombres, queriendo evitar
las dificultades individuales, familiares o sociales que se encuentran
en el cumplimiento de la ley divina, llegarían a dejar a merced de la
intervención de las autoridades públicas el sector más personal y más
reservado de la intimidad conyugal.
Por tanto, sino se quiere exponer al arbitrio de los hombres la
misión de engendrar la vida, se deben reconocer necesariamente unos
límites infranqueables a la posibilidad de dominio del hombre sobre su
propio cuerpo y sus funciones; límites que a ningún hombre, privado o
revestido de autoridad, es lícito quebrantar. Y tales límites no pueden
ser determinados sino por el respeto debido a la integridad del
organismo humano y de sus funciones, según los principios antes
recordados y según la recta inteligencia del "principio de totalidad"
ilustrado por nuestro predecesor Pío XII.» (Humanae vitae, 17)
La canonización del Beato Pablo VI en el próximo mes de octubre,
viene a sancionar la importancia de estas palabras contenidas en su
última Encíclica, la Humanae vitae, de tanta trascendencia para la
Iglesia y toda la sociedad.
Al apóstol Santiago confiamos el presente y el futuro de la fe de
nuestro pueblo. Del mismo modo que él fue asistido por la Virgen del
Pilar, suplicamos su intercesión para que nos conceda ser una Iglesia
libre, humilde y pobre, servidora de todos los hombres. Que bajo su
amparo se mantenga incólume en España la fe en Cristo, nuestro Salvador.
Amén
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