San Bernabé
Un "hombre esforzado" en la predicación del Evangelio, cooperador de san Pablo
Bernabé era un judío de la tribu de Levi, había nacido en Chipre; su nombre original era José, pero los apóstoles lo cambiaron al de Bernabé que significa 'hombre esforzado'. Se le menciona en las Sagradas Escrituras, en el cuarto capítulo de los Hechos de los Apóstoles.
Un "hombre esforzado" en la predicación del Evangelio, cooperador de san Pablo
Bernabé era un judío de la tribu de Levi, había nacido en Chipre; su nombre original era José, pero los apóstoles lo cambiaron al de Bernabé que significa 'hombre esforzado'. Se le menciona en las Sagradas Escrituras, en el cuarto capítulo de los Hechos de los Apóstoles.
El santo fue elegido para llevar el Evangelio a Antioquía, instruir y guiar a los neófitos.
Para esta misión obtuvo la cooperación de san Pablo. Los dos
predicadores obtuvieron gran éxito; Antioquía se convirtió en el gran
centro de evangelización y fue ahí donde por primera vez se dio el
nombre de cristianos a los fieles seguidores de Cristo.
Tiempo más tarde, se les encomendó una nueva misión y partieron a
cumplirla, acompañados por Juan Marcos. Primero se trasladaron a
Seleucia y después a Salamina, en Chipre. Luego llegaron a Pafos, donde
convirtieron al procónsul romano Sergio Paulo, navegaron hasta Perga en
Pamfilia, donde Juan Marcos los abandonó. En Iconium, en Licaonia,
estuvieron a punto de morir apedreados.
En Listra, san Pablo curó milagrosamente a un paralítico y los
habitantes paganos los confundieron con dioses. De regreso a Antioquía
pasaron por todas las ciudades que habían visitado para confirmar y
ordenar presbíteros.
Surgieron ciertas diferencias entre san Pablo y san Bernabé, por lo
que decidieron separarse. San Bernabé partió entonces hacia Chipre,
acompañado de Juan Marcos, para visitar las Iglesias que ahí se habían
fundado. Alrededor del año 60 ó 61, san Bernabé ya había muerto.
Se dice que fue apedreado hasta morir en Salamina. Otra tradición nos lo presenta como predicador en Alejandría y en Roma y además de como primer obispo de Milán.
Oremos
Dios nuestro, que, después de haber infundido en abundancia la fe y
el Espíritu Santo en San Bernabé, lo destinaste para que anunciara a los
pueblos paganos el mensaje de salvación, haz que el Evangelio de
Cristo, que él predicó valerosamente, sea proclamado con fidelidad por
nuestras palabras y nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo.
Artículo publicado originalmente por
Aleteia