El Pontífice reconoce la tierna misión de las familias en la asistencia a los enfermos en el mensaje para la XXVI Jornada Mundial del Enfermo que se celebra el 11 de febrero de 2018
El
papa Francisco confía a María, “Madre de la ternura”, a “todos los
enfermos en el cuerpo y en el espíritu, para que los sostenga en la
esperanza”. Lo hizo en el Mensaje para la XXVI Jornada Mundial del Enfermo que se celebra el 11 de febrero de 2018.
Y en línea con esta ternura pidió de no “olvidar la ternura y la
perseverancia con las que muchas familias acompañan a sus hijos, padres y
familiares, enfermos crónicos o discapacitados graves”.
El mensaje publicado este 11 de diciembre de 2017 se inspira en las
palabras que Jesús, desde la cruz, dirige a su madre María y a Juan:
Mater Ecclesiae: «Ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre. Y desde
aquella hora, el discípulo la recibió en su casa»(Jn 19,26-27).
El Obispo de Roma indicó que la “atención brindada en la familia” a
las personas enfermas “es un testimonio extraordinario de amor por la
persona humana que hay que respaldar con un reconocimiento adecuado y
con unas políticas apropiadas”.
Por lo tanto, insistió en que “médicos y enfermeros, sacerdotes,
consagrados y voluntarios, familiares y todos aquellos que se
comprometen en el cuidado de los enfermos, participan” en la misión de
la Iglesia por los que sufren.
“Se trata de una responsabilidad compartida que enriquece el valor del servicio diario de cada uno”.
La Iglesia debe “servir siempre a los enfermos y a los que cuidan de
ellos con renovado vigor, en fidelidad al mandato del Señor (cf. Lc 9,2-6; Mt 10,1-8; Mc 6,7-13), siguiendo el ejemplo muy elocuente de su Fundador y Maestro”, sostuvo.
Así, Jesús, “deja sus últimas voluntades de amor, que se convierten
en las reglas constitutivas de la comunidad cristiana y de la vida de
todo discípulo”.
Un mensaje volcado a representar el “misterio de la Cruz”. “Esta no representa una tragedia sin esperanza”, argumentó.
En el texto se evoca la “vocación materna de María hacia la humanidad entera”.
Ante la calvario, – el papa Francisco explica – que el “dolor
indescriptible de la cruz traspasa el alma de María (cf. Lc 2,35), pero
no la paraliza”.
Al contrario, como “Madre del Señor comienza para ella un nuevo
camino de entrega. Por lo tanto, la vocación materna de María, la
vocación de cuidar a sus hijos, se transmite a “Juan y a toda la
Iglesia. Toda la comunidad de los discípulos está involucrada en la
vocación materna de María”.
El pontífice rememora que Juan sabe que Jesús quiere “conducir a
todos los hombres al encuentro con el Padre” y que encontró “a muchas
personas enfermas en el espíritu, porque estaban llenas de orgullo (cf.
Jn 8,31-39) y enfermas en el cuerpo (cf. Jn 5,6)”.
De ahí que el mensaje del Papa indique la “vocación materna de la
Iglesia hacia los necesitados y los enfermos”. De hecho, asegura que es
una vocación concreta, “en su historia bimilenaria”, en una rica serie
de iniciativas “en favor de los enfermos”.
En efecto, la Iglesia Católica en el mundo, según datos del “Anuario
Estadístico”, (Fides, octubre del 2014), mantiene y gestiona alrededor
de 115.352 institutos sanitarios.
Entre estos, se cuentan 5.167 hospitales, la mayoría en África y
América; 17.322 dispensarios, la mayor parte en África, América y Asia;
648 leproserías distribuidas principalmente en Asia y África; 15.699
casas para ancianos, enfermos crónicos y personas con discapacidad, en
su mayoría en Europa y América.
Igualmente, la Iglesia atiende 10.124 orfanatos, principalmente en
Asia y América; 11.596 guarderías, la mayoría en América y Asia; 14.744
consultores matrimoniales distribuidos en gran parte en América y
Europa; 3.663 centros de educación o reeducación social y 36.389
instituciones de otro tipo.
Por ello, el papa sostiene que “la imagen de la Iglesia como un «hospital de campaña», que acoge a todos los heridos por la vida, es una realidad muy concreta,
porque en algunas partes del mundo, sólo los hospitales de los
misioneros y las diócesis brindan la atención necesaria a la población”.
“Jesús entregó a la Iglesia su poder de curar”, escribe el Papa. Así,
establece que la tarea de la Iglesia, que sabe “que debe mirar a los
enfermos con la misma mirada llena de ternura y compasión que su Señor,
responde a este don de Jesús”.
“La pastoral de la salud sigue siendo, y siempre será, una misión
necesaria y esencial que hay que vivir con renovado ímpetu tanto en las
comunidades parroquiales como en los centros de atención más
excelentes”, agregó.
Aleteia