Dios actúa en nuestras condiciones humanas. La
vocación es la intención que Dios tiene con nosotros. Él creó a cada
persona para un propósito. Y este objetivo ya se está realizando, pero
tenemos que descubrirlo. Es muy simple – dice el Cardenal Tagle en una
entrevista para Aleteia
¿Cómo descubrir tu vocación?
Monika Burczaniuk: El próximo año se celebrará el Sínodo “La
juventud, la fe y el discernimiento de la vocación”. ¿Qué quiere decir
el Cardenal a los jóvenes? ¿Cómo tienen que discernir su vocación?
El Cardenal Luis Antonio Tagle: Algunos jóvenes piensan que la
vocación es una señal maravillosa: una voz del cielo o un rayo. No.
(Risas) Probablemente suceda, pero muy raramente. Como en el caso de San
Pablo o Moisés, pero no en caso de la gente común como nosotros.
Siempre les digo a los jóvenes que Dios trabaja en nuestras condiciones
humanas. La vocación, la llamada de Dios es la intención que Dios tiene
con nosotros. Dios creó a cada persona para un propósito. Y este
objetivo ya se está realizando. Solo tenemos que descubrirlo. Es muy
simple (risas)
¿En serio?
¡Tienes que mirar a tu corazón! Conocerse a uno mismo, averiguar los
dones que hemos recibido, los talentos e intereses. Luego limpia tu
mente y el corazón para darte cuenta de que no vivimos sólo para
nosotros mismos. Entonces veremos cómo nuestros talentos pueden servir a
otros. Este es un comienzo para descubrir cuál es tu vocación. Todos
estos dones, intereses y talentos provienen de Él: nos los dio,
decidiendo que no son solo para nosotros.
Vivimos en tiempos en los que no es fácil escuchar la voz
interior. Especialmente porque el mundo lo está ahogando de forma muy
efectiva.
Si, eso es verdad. Antes del sínodo, escuchamos de muchos jóvenes que
la están buscando, pero las condiciones para oírla no siempre son
apropiadas. Especialmente hoy en día, cuando estamos conectados a tantas
cosas: teléfono, Internet, correo electrónico, mensajería instantánea…
Esto es bueno, pero a veces estamos demasiado presentes en todo el
mundo.
Estás en Europa, pero te enteras de lo que está sucediendo en
Australia. E incluso si no estás buscando ruidos, todos esos medios de
comunicación pueden conducirte a ello. Es por eso que necesitamos algo
de disciplina. Les digo a los jóvenes que para profundizar su relación
con otras personas uno debe permanecer de vez en cuando a solas.
¡No se trata de no mantenerse en contacto! La soledad, la oración, la
reflexión, incluso el descanso, es la forma de conocerse a uno mismo y,
por lo tanto, de mejorar las relaciones con los demás. Cuando estamos
ocupados, corriendo a todas partes, no vemos a la gente a nuestro lado, a
los pobres que nos necesitan. A veces, incluso en la familia, cada
miembro está tan absorto en el mundo virtual que pierde su conexión con
los demás familiares. Por lo tanto, el tiempo dedicado para uno mismo no
es ningún tipo de aislamiento incomprendido. Sirve para mejorar la
calidad de las relaciones con los demás.
No se puede tenerlo todo
Bueno, ¿y si uno tiene dos opciones para descubrir la vocación?
¿Querría ser un médico y también sacerdote? ¿Cómo elegir el camino
correcto?
Muy buena pregunta. Ocurre que ambas elecciones son buenas. Es fácil
elegir cuándo una es buena y otra no tanto. Está claro que vas a elegir
la buena. Pero a veces discerniendo te das cuenta que tienes
predisposición a ambas opciones. Puedes ser bueno en ambas. De hecho, el
mundo necesita ambas y ambas sirven a la gente. Esto es muy difícil,
pero creo que en este caso debes considerar un criterio: ¿cuál de las
dos me ayudará a seguir más a Jesús? Y a veces, según el caso, no es el
sacerdocio.
¿Este criterio también se aplica a las elecciones en el contexto del matrimonio? ¿Qué pasa si tenemos dos buenas opciones?
Antes que nada, debes darte cuenta de que no puedes tenerlo todo.
¡Este es el problema del mundo de hoy!
Sí, queremos tenerlo todo. Queremos una vida perfecta, una pareja
perfecta, un trabajo perfecto. Y cuando vemos un defecto decimos: No, no
es para mí. ¡Nunca encontrarás a nadie perfecto! Al elegir a la persona
adecuada, debes verificar en oración cuáles son tus motivos y
simplemente “dejarte llevar por la fe”. Y de nuevo responder a la
pregunta: ¿con cuál de las dos personas puedo estar más cerca de Jesús?
¿Con cuál de las dos parejas puedo servir mejor a Jesús?
Sé abierto y busca tu propio camino
¿Y cómo fue la llamada al sacerdocio de su eminencia?
Al principio estaba planeando ser médico.
¡Entonces mi pregunta está justificada!
¡Sí! (risas) Cuando era niño, pensé que sería un doctor. Mis padres
también estaban felices. Cuando tenía 14 años, se creó una nueva
comunidad juvenil en mi parroquia a la que fui invitado. No quería
pertenecer a ella, pero fue esta comunidad la que me permitió ver otra
realidad. Ayudábamos a los niños de la calle, a las familias pobres que
vivían en barrios marginales. Hacía trabajos sociales, aunque seguía
estando pensando en estudiar la medicina. La gente me preguntaba si me
gustaría ser sacerdote, pero lo ignoraba. “No, no, voy a estudiar
medicina y en la parroquia solo estoy ayudando”.
Y luego algo sucedió. Uno de los sacerdotes me preguntó si sabía que
en la universidad de los jesuitas podría obtener una beca. “Puedes hacer
un curso preparativo para la carrera médica. Si consigues una beca,
podrás ayudar a tus padres”. Entonces me presenté a los exámenes. ¡Ya
desde el principio me di cuenta de que aquel no era ningún examen médico
sino para entrar en un seminario! ¡Estaba furioso! “!¿Padre, por qué
usted me engañó?!”. Gritaba y él me dijo: “¡Quería abrirte los ojos
porque tienes una mente limitada y no tienes en cuenta ninguna otra cosa
que no sea la medicina!”
Estaba enojado, pero después de eso comencé a hacerme preguntas.
Cuando comencé a inclinarme hacia el sacerdocio, descubrí que había
suspendido el examen. Pero entré en la universidad y pude comenzar la
carrera de medicina. Pero comencé a hacerme preguntas, a hablar con
muchas personas.
Estaba confundido, pero rezaba mucho: “Señor, en toda esta confusión,
muéstrame el camino, porque yo mismo no veo nada”. Poco a poco… decidí
volver al seminario y preguntar si podía volver a intentarlo. Se
negaron. Después de dos o tres solicitudes rechazadas, decidí que, dado
que la puerta del seminario estaba cerrada para mí, iba a ser médico.
El último día de reclutamiento, hice cola para pagar. Me vio un
jesuita que realizaba entrevistas con los candidatos para el seminario.
“¿Qué estás haciendo aquí? ¡Eres tan terco. ¡El rector te dijo que no te
aceptaría!” Lo sé, por eso no lo intento más. Me quedaré en la Facultad
de Medicina”, respondí. Se volvió y dijo: “Ven”. Me hizo la entrevista,
llamó a alguien y me dijo: “Después de que mostraras interés, vamos a
ponerte a prueba. ¡Pero sólo por un semestre! “Después de este semestre
me dejaron quedarme.
Necesitas de otras personas
¡Y ahora es usted cardenal! La vida es impredecible…
La conclusión es esta: busca tu propio camino, pero estate abierto a
lo que te ofrece la vida. No todo está bajo nuestro control. ¿Quién lo
hubiera pensado? Fui el último de la lista, y ahora, como dijiste, soy
un cardenal (risas). La búsqueda requiere su esfuerzo, pero también
necesitas gente que te conoce para hacerte ver algo que tu no ves.
¡Estaba enojado entonces con aquel sacerdote, pero realmente él sólo fue
una herramienta!
¡Una historia increíble!
Y así es la vida. Parece que tomaste la decisión final… Te parece…
(risas). Por eso les digo a los jóvenes que no se sientan frustrados. A
veces los jóvenes se desmotivan cuando sus planes no funcionan como
quisieran. Entonces se debe mirar desde una perspectiva más amplia. ¿Tal
vez Dios tiene pensada una mejor historia para ti?
Creo que el primer paso para descubrir la vocación es la libertad.
Sí, pero la libertad no significa que puedo hacer lo que me da la
gana. Ser libre es ser honesto, libre de mentiras e ilusiones falsas.
Soy libre porque sé quién soy. Conozco mi fortaleza y sé cuál es mi
debilidad. Si soy libre en este sentido, sé lo que es bueno para mí. Si
no soy bueno con las matemáticas, entonces no puedo ser contable y no
pasa nada. La libertad es dar a los demás y ese es el propósito de la
vocación. La libertad se basa en la verdad y el amor. Si no eres libre
en el amor, no es amor.
Aleteia