El IV Domingo de Pascua, conocido como del “Buen Pastor”, y en el ámbito de la 54º Jornada Mundial de oración por las vocaciones, el Papa Francisco presidió a las 9.15 en la Basílica de San Pedro, la Santa Misa de ordenación presbiteral de diez sacerdotes. Seis de los cuales para su propia diócesis, que se formaron en el Pontificio Seminario Romano Mayor y en el Colegio diocesano misionero de Roma “Redemptoris Mater”.

Concelebraron con el Santo Padre el Cardenal Vicario Agostino Vallini, el Vicegerente Filippo Iannone, los Obispos Auxiliares de la diócesis de Roma, los Superiores de los Seminarios interesados y los Párrocos de los ordenandos.
En su homilía, en este caso la ritual de la ordenación de los presbíteros, el Pontífice se alegró por estos hijos llamados al orden del presbiterado e invitó a reflexionar acerca del ministerio al que estaban a punto de ser elevados en la Iglesia, recordando que el Señor Jesús es el único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento, y que en Él también todo el pueblo santo de Dios ha sido constituido pueblo sacerdotal.

Además, el Papa Bergoglio destacó que el Señor, de entre todos sus discípulos, desea elegir de modo especial a algunos, para que ejerciendo públicamente en la Iglesia en su nombre el oficio sacerdotal en favor de todos los hombres, prosigan su misión personal de maestro, sacerdote y pastor.

De manera que, así como Él ha sido enviado por el Padre, del mismo modo, Él envió a su vez al mundo, primero a los Apóstoles, después a los Obispos y a sus sucesores, a los que en fin se les dio como colaboradores a los presbíteros, que, unidos a ellos en el ministerio sacerdotal, están llamados a servir al pueblo de Dios.

Dirigiéndose a los ordenandos el Obispo de Roma les dijo que no han elegido este estado de vida para hacer carrera, sino como servicio, por lo que deben tener en cuenta que ejerciendo el ministerio de la Sagrada Doctrina serán partícipes de la misión de Cristo, único Maestro. Por esta razón les pidió que dispensen a todos la Palabra de Dios que ellos mismo han recibido con alegría. “Lean y mediten asiduamente – agregó Francisco – la Palabra del Señor para creer lo que han leído, enseñar lo que han aprendido en la fe y vivir lo que han enseñado. Sin olvidar que su doctrina con el perfume de su vida debe ser alimento para el pueblo de Dios, alegría y apoyo a los fieles de Cristo construyendo con su palabra y ejemplo la casa de Dios, que es la Iglesia.

De este modo – prosiguió el Papa Bergoglio – continuarán la obra santificadora de Cristo. Y mediante su ministerio, el sacrificio espiritual de los fieles será perfecto, porque unido al sacrificio de Cristo, quien mediante sus manos, en nombre de toda la Iglesia, es ofrecido de modo incruento en el altar en la celebración de los Santos Misterios.

“Tengan siempre ante sus ojos – terminó diciendo el Santo Padre – el ejemplo del Buen Pastor, que no ha venido para ser servido, sino para servir; no para permanecer en sus comodidades, sino para salir, buscar y salvar lo que se había perdido.

Entre las recomendaciones del Papa Francisco a los nuevos sacerdotes, que más allá de acumular títulos con tanto estudio, el hecho de “aprender a llevar la Cruz de Cristo”. Porque podrán ser sí buenos académicos, pero no buenos sacerdotes. Que se santifiquen tocando la carne de Cristo en los enfermos. Que no hagan homilías muy elaboradas teológicamente, sino que hablen sencillamente a la gente. Y que recuerden que la palabra sin el ejemplo de la vida no sirve. Así como la doble vida que es una fea enfermedad en la Iglesia. “Por favor les pido, en nombre de Cristo y de la Iglesia, que sean misericordiosos”. Que no carguen sobre los hombros de los fieles pesos que no puedan llevar. Ni siquiera ellos mismos. Y destacó que Jesús reprochó a aquellos doctores a los que llamó “hipócritas”.
Aleteia
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