Unas 2.500 personas, con peregrinos llegados de numerosos países, asistieron este sábado a la beatificación en la catedral de Oviedo del sacerdote Luis Ormières, fundador en el siglo XIX de la congregación educativa del Santo Ángel de la Guarda.

El cardenal Angel Amato, prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, destacó durante la ceremonia "la humildad" y la "irresistible necesidad de trabajar por los pobres" que caracterizaron al nuevo beato. Le escuchaban religiosas de la congregación, alumnos y ex-alumnos de sus colegios y peregrinos y devotos del sacerdote.
Estaban presentes el nuncio del Papa en España, Renzo Fratini, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, los obispos de la provincia eclesiástica (León, Santander y Astorga) y el de Montauban (Francia), Bernard Ginoux; el de Palencia, Manuel Herrero Fernández, y el de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez Martínez. No había autoridades civiles invitadas.

Hombre de acción, con un impulso irresistible
En su homilía, Amato ha recordado que Ormières -"Chere Père" como era conocido en Francia y como "el santín" en Gijón- fue "un educador nato, un hombre de acción y de servicio con una personalidad rica de virtudes cristianas" al que la humildad transformó "su índole más bien fogosa en un comportamiento manso".

"Era un trabajador incansable. Sentía la necesidad irresistible de trabajar con los pobres". Nacido en Quillán, un pueblo del sur de Francia, en 1809, se ordenó sacerdote en 1833 y se dedicó principalmente a la educación antes de fundar una congregación femenina, las Hermanas del Ángel de la Guarda, que se extendió rápidamente por varios países. En Gijón fundó un noviciado pensando en toda Francia y España. Falleció el 16 de enero de 1890, en el actual colegio del Santo Ángel donde aún se conserva la que fue su habitación.

Milagrosamente curada, llevó las reliquias
La curación "inexplicable científicamente" de un cáncer que sufría una religiosa, la hermana Celina Sánchez del Río, lo acredita como intercesor ante Dios en el Cielo (lea aquí la milagrosa curación). La hermana llevó ayer sus reliquias al altar de la catedral de Oviedo. Los peregrinos y devotos de Ormières aprovecharán estos días para hablar con ella y escuchar la historia de su milagrosa curación. 

Han acudido devotos de hasta once nacionalidades, especialmente de Latinoamérica (Colombia, Ecuador, Méjico, El Salvador, Nicaragua o Venezuela), así como de África (Guinea Ecuatorial, Malí, Costa de Marfil), y de Asia (Japón).

La congregación creada por Ormières en 1939 junto a la Madre San Pascual se encuentra extendida actualmente por dieciséis países de Europa, América, Asia y África y cuenta con unas 500 religiosas que centran su labor en la educación, pero que atienden también a parroquias y a otras labores apostólicas. A partir de ahora, cada 16 de enero se conmemorará al beato Luis Antonio Ormières.
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