Valentía, oración y humildad: estas son las características que
distinguen a los grandes heraldos que ayudaron a crecer a la Iglesia en
el mundo, que contribuyeron con su labor misionera. El papa Francisco
habló hoy de ellos en la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa
Marta, inspirándose en la liturgia y en el modelo de los santos Cirilo y
Metodio, patrones de Europa, que hoy celebra la Iglesia.
Cirilo y Metodio fortalecieron a Europa
Necesitamos “sembradores de Palabra”, “misioneros que sean verdaderos
heraldos” para formar al Pueblo de Dios, como lo fueron Cirilo y
Metodio, hermanos intrépidos y testigos de Dios que fortalecieron a
Europa”, y por eso son los patrones. La homilía del papa Francisco
partió de esta reflexión y se detuvo en las tres características de la
personalidad de un “enviado” que proclama la Palabra de Dios.
De ello habla la Primera Lectura de hoy, con las figuras de Pablo y
Bernabé, y el Evangelio de Lucas con los “72 discípulos enviados por el
Señor, de dos en dos”.
La primera característica del “enviado”, que Francisco destaca, es la “franqueza” que incluye “fuerza y coraje”. “La
Palabra de Dios no se puede llevar como una propuesta, “si te gusta…”, o
como una idea filosófica o moral, buena…. ¡No! Es otra cosa. Necesita
ser planteada con esta franqueza, con la fuerza para que la palabra
penetre, como dice el mismo Pablo, hasta los huesos”, explicó.
“La Palabra de Dios tiene que ser anunciada con esta franqueza, con
esta fuerza… con valentía. La persona que no tiene valentía espiritual,
en el corazón, que no está enamorada de Jesús (¡de ahí viene la
valentía!) dirá algo interesante, moral, bueno, algo que hará bien, pero
que no es la Palabra de Dios. Y esta, así planteada es incapaz de
formar al Pueblo de Dios. Solo la Palabra proclamada con valentía lo
consigue”.
Sin la oración, la Palabra de Dios se convierte en una conferencia
Del Evangelio de Lucas, capítulo 10, Francisco tomó las otras dos
características propias de un “heraldo” de la Palabra de Dios. “La mies
es abundante, pero los obreros son pocos. Rezad al Señor de la mies para
que mande obreros a su mies”, repitió Francisco. Por tanto después de
la valentía a los misioneros les hace falta la “oración”.
“La Palabra de Dios se proclama con oración, siempre. Sin oración
darás una conferencia, una bella instrucción ¡buena, buenísima! Pero ahí
no estará la Palabra de Dios. Solo de un corazón en oración puede salir
la Palabra de Dios: la oración, para que el Señor acompañe esta siembra
de la Palabra, para que el Señor riegue la semilla y germine la
Palabra. La Palabra de Dios se proclama con la oración: la oración del
que anuncia la Palabra”.
El verdadero predicador es humilde
En el Evangelio está escrita otra característica interesante. El Señor envía a los discípulos como ovejas en medio de lobos.
“El verdadero predicador es el que se sabe débil, sabe que no puede
defenderse a sí mismo. ‘Ve como una oveja en medio a los lobos -¿Para
qué Señor, para qué me coman?’. –‘Tú ve, este es el camino’”, prosiguió
el Papa.
“Creo que fue Crisóstomo el que hizo una reflexión muy profunda
cuando dice: ‘Si tú no vas como oveja entonces eres otro lobo entre los
lobos. El Señor no te protege: defiéndete solo’”, añadió
“Cuando el predicador se cree muy inteligente o cuando el que tiene
la responsabilidad de llevar adelante la Palabra de Dios va de listo:
‘Ah, yo puedo con esta gente’. Acabará mal. O negociará la Palabra de
Dios”, advirtió Francisco.
Para destacar la humildad de los grandes heraldos, Francisco citó un
episodio que le contaron de uno que “se vanagloriaba de predicar bien la
Palabra de Dios, se sentía lobo”. Después de una bella predicación,
contó el Papa, “se fue al confesionario y allá que fue a confesarse un
pez gordo, un gran pecador que lloraba… quería pedir perdón”.
Y este confesor, prosiguió el Papa, “comenzó a hincharse de vanidad y
le pregunta al pecador qué palabra que él había dicho había sido la que
le había hecho arrepentirse. El pecador responde: ‘Ha sido cuando usted
ha dicho: Pasemos a otro tema’. No sé si es cierto, confiesa Francisco,
pero sí que es verdad que se termina mal cuando “se lleva la Palabra de
Dios, sintiéndose seguros de sí mismos y no como ovejas”, a las que
defiende el Señor.
Valientes, en oración y humildes como san Cirilo y san Metodio
Por tanto esta es la labor misionera de la Iglesia y los grandes
enviados que “han ayudado a crecer a la Iglesia en el mundo” son
“hombres valientes, humildes y en oración”. Que san Cirilo y san Metodio
nos ayuden a proclamar a Palabra de Dios “según los criterios que los
guiaron a ellos”.
“El verdadero predicador es el que se sabe débil, sabe que no puede defenderse a sí mismo. ‘Ve como una oveja en medio a los lobos -¿Para qué Señor, para qué me coman?’. –‘Tú ve, este es el camino’”, prosiguió el Papa.