Con la repercusión de la película Silence (Silencio,
de Martin Scorsese), que aborda la misión evangelizadora de dos
sacerdotes católicos en el Japón brutalmente represivo del siglo XVII,
ganó espacio una vez más en las redes sociales la discusión sobre cuáles
películas abordan o dejan de hacerlo adecuadamente la fe cristiana. En
ese contexto, compartimos con los lectores el siguiente artículo de
Philip Jenkins, publicado en 2014, sobre la cosecha reciente de
películas con temática religiosa, y con consideraciones y consejos
enriquecedores.
Desde todos los puntos de vista, Europa se ha vuelto, a lo largo de
los últimos cuarenta años, un lugar muy laico, incluso en comparación
con Estados Unidos. Suena extraño, por lo tanto, que sólo en la última
década, los cineastas europeos hayan producido algunas obras
extraordinariamente bellas con temáticas religiosas, obras que hacen
declaraciones poderosas sobre la santidad y el martirio, pecado y
redención y hasta sobre el monaquismo y la peregrinación. La mayor parte
de estas obras aún es desconocida en el continente americano, incluso
para los cristianos que, ciertamente, las apreciarían. Siendo así,
destacaré algunos ejemplos que considero más interesantes.
De lejos, el más significativo es el filme francés Des hommes et des dieux (De dioses y hombres), de 2010,
dirigido por Xavier Beauvois, clasificable entre las mejores obras de
arte sacro de los tiempos modernos. La película se basa en hechos reales
y cuenta la historia de dos monjes trapistas de la casa argelina de
Tibhirine. Siete de ellos fueron asesinados en 1996, probablemente por
guerrilleros islámicos.
Es dolorosamente fácil imaginar que una película de estas, sobre el
heroísmo cristiano, pueda haber sido producida en la era clásica de
Hollywood, en la década de 1940. Piensa en el sacerdote católico de
Henry Fonda en la película El Fugitivo, de 1947, que no podía entrar en una sala sin luces celestiales y coros angelicales.
Ninguno de esos elementos, está claro, aparece en De dioses y hombres,
que presenta un grupo de monjes ancianos y muy humanos, firmemente
convencidos de que su vocación exige de ellos permanecer en sus puestos
hasta el final.
De dioses y hombres conquistó elogios internacionales y fue
respetuosamente bien evaluado por los medios de comunicación
norteamericanos. Mucho menos conocidas, a su vez, son algunas obras
menores, aunque igualmente capaces de hacernos pensar.
Una de ellas es Letters to Father Jacob (Cartas al padre Jacob), de 2009,
dirigida por Klaus Härö. Es una producción de Finlandia, país entre los
más radicalmente laicos de Europa. La película cuenta la historia de
Leila, condenada por homicidio, amargada y cínica, pero en libertad
condicional y trabajando como secretaria de un párroco ciego que vive
solo. El ambiente es luterano, pero para ojos inexpertos, parece
católico.
Al comienzo de la película, ella detesta esta tarea y desprecia al
párroco anciano. Con el tiempo, sin embargo, ella se va sorprendiendo al
ver el enorme volumen de cartas que el cura recibe todos los días,
todas con pedidos de oración y de consejos. El sacerdote Jacob es un
intercesor, un hombre cuyas oraciones se revelan eficaces muchas veces,
un hombre que da con gusto su dinero para ayudar a una mujer que ha
sufrido abusos. La película, que también huye de los excesos de
Hollywood, es otro retrato magnífico de santidad moderna. En última
instancia, es también la historia de cómo Leila encuentra su camino,
altamente improbable, rumbo a la redención.
De ninguna manera debemos suponer que todos los filmes recientes
ofrecen esos mensajes positivos. El cine europeo moderno tiene una
tradición anticlerical muy fuerte. Una abundancia de películas europeas
retrata a los creyentes cristianos como tontos o fanáticos.
Pero incluso algunas producciones más ásperas ofrecen mensajes gratificantes. Una de ellas es Lourdes (2009),
de Jessica Hausner, que describe la peregrinación de una mujer que
padece esclerosis múltiple. Ella cree que recibió la gracia de la
sanación, aunque el filme sea ambiguo sobre la naturaleza de su
experiencia.
Lourdes es una obra que puede ser interpretada de varias
maneras y ofrece muchas imágenes del mercantilismo religioso craso y la
piedad simplista. Al final, sin embargo, se entiende mejor un lugar como
Lourdes, así como los sueños y aspiraciones que llevan a millones de
personas a dirigirse al santuario.
Cuando empiezas a ver una película, en general logras identificar el
género con bastante facilidad, lo que te da una idea muy cercana de lo
que vendrá. No necesitas esforzarte para descubrir lo que está por
suceder en cualquier momento en La Guerra de las Galaxias.
Pero la previsibilidad es de poco valor cuando se ve una película danesa como The Monastery: Mr. Vig and the Nun (El monasterio: el Sr. Vig y la monja), de 2006, dirigida por Pernille Rose Grønkjær.
La trama relata una historia verídica. Jørgen Vig es un profesor
jubilado malhumorado, soltero de toda la vida, que vive en un castillo
danés en ruinas. Sin razón aparente, él decide donar el castillo a la
Iglesia ortodoxa rusa, con el fin de que se funde un convento ahí. La
hermana Ambrosia es la monja rusa que llega al castillo con algunas
compañeras para evaluar la viabilidad del proyecto. El filme aborda la
tortuosa relación entre el profesor y la monja que, inteligente y muy
práctica, intenta hacer lo mejor en medio de una situación desastrosa.
Pero ¿acaso no hemos visto miles de veces el desarrollo de una trama de este tipo?
No, nunca.
En un primer momento, hasta caemos en la tentación de pensar que la
película narra sólo el encuentro bizarro entre personajes incompatibles.
Pero, poco a poco, entendemos lo que está en juego. El proyecto del
convento parece condenado al fracaso, pero Ambrosia sigue siendo, frente
a las monjas, la única determinada a trabajar hasta el final. Es cuando
nos damos cuenta lo que ella quiere de hecho, al objetivo al que no va a
renunciar: incluso aunque lleve muchos años, ella se quedará junto al
Sr. Vig hasta el final, hasta garantizar que él encuentre la salvación.
Así como Letters to Father Jacob, esta película se transforma en un estudio espiritual verdaderamente conmovedor.
Al ver estas películas, podemos preguntarnos cómo es que muchos de
ellas no vienen no sólo de Europa, sino justamente de los rincones más
laicos de ese continente. ¿Los cineastas trabajan sobre una base de
material espiritual acumulado durante siglos o será que el trabajo de
ellos sugiere una creciente inquietud religiosa entre los artistas e
intelectuales de la Europa de hoy?
Mientras pensamos en el asunto, vale la pena dedicar nuestra atención a estas obras de arte.
Incluso porque hay mucho más, en términos de películas religiosas, que simplemente la de Noe.
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