El salmo responsorial durante la misa es parte fundamental de la liturgia de la palabra pues tiene una importancia pastoral y litúrgica; tanto es así que el salmo, como las otras lecturas, no se lee, se proclama. Y se proclama desde el ambón.

Es conveniente que el salmo responsorial sea cantado, al menos la respuesta que le pertenece a los fieles. Es decir el salmista o quien cante el salmo, DESDE EL AMBÓN, proclama las estrofas mientras que toda la asamblea participa por medio de la respuesta. (Instrucción General del Misal Romano, 61).
El ambón es el lugar indicado para proclamar la palabra de Dios por la dignidad que ésta tiene, y recordemos que los salmos forman parte de dicha palabra de Dios.

Del ambón, que incluso tiene su propia dignidad, nos habla claramente la Iglesia cuando también dice en el misal: “La dignidad de la Palabra de Dios exige que en la iglesia haya un lugar conveniente desde el que se proclame, y al que durante la Liturgia de la Palabra, se dirija espontáneamente la atención de los fieles… Desde el ambón se proclaman únicamente las lecturas, el salmo responsorial y el pregón pascual…. La dignidad del ambón exige que a él sólo suba el ministro de la Palabra” (IGMR, 309).
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