Gyumrí es la segunda ciudad más grande de Armenia. En el año 1988 sufrió uno de los terremotos más devastadores de la historia. Murieron entre 25.000 y 50.000 personas y la ciudad quedó en ruinas. Allí, en su plaza mayor, en la Plaza de Vartanants, lugar donde se encuentro el monumento (batalla de Avarayr) que permitió a los armenios poder profesar el cristianismo, Papa Francisco recordó al profeta Isaías: “Reconstruirán sobre ruinas antiguas […] renovarán ciudades devastadas”.
Lo primero que quiso hacer el Papa fue dar gracias a Dios por la reconstrucción tras ese terrible terremoto y utilizó la analogía para preguntar a los presentes: “¿Qué es lo que el Señor quiere que construyamos hoy en la vida?, y ante todo: ¿Sobre qué cimiento quiere que construyamos nuestras vidas?” Papa Francisco contestó: Memoria, fe y amor misericordioso.

Los pueblos tienen una memoria como las personas

Sobre la memoria, Papa Francisco mostró que es “una gracia que tenemos que pedir es la de saber recuperar la memoria, la memoria de lo que el Señor ha hecho en nosotros y por nosotros”.

“En vuestras voces resuenan la de los santos sabios del pasado; en vuestras palabras se oye el eco del que ha creado vuestro alfabeto con el fin de anunciar la Palabra de Dios”, expresó el Pontífice, añadiendo: “Él no os ha dejado solos”.

La tentación de considerar la fe como algo del pasado

Sobre la fe, Papa Francisco explicó que es “la esperanza para vuestro futuro, la luz en el camino de la vida”.

En su intervención alertó de la tentación de convertir la fe en un “libro para conservar en un museo”, considerando que si ello ocurre: “la fe pierde su fuerza transformadora, su intensa belleza, su apertura positiva a todos”.

Papa Francisco invitó a todos a abrirse a la llamada de Jesús: “Él nos conoce, nos ama de verdad, y desea liberar nuestro corazón del peso del miedo y del orgullo. Dejándole entrar, seremos capaces de irradiar amor”.

El amor concreto es la tarjeta de visita del cristiano

Sobre la misericordia, Papa Francisco afirmó que los cristianos: “estamos llamados ante todo a construir y reconstruir, sin desfallecer, caminos de comunión, a construir puentes de unión y superar las barreras que separan.

”Se necesitan cristianos que no se dejen abatir por el cansancio y no se desanimen ante la adversidad, sino que estén disponibles y abiertos, dispuestos a servir; se necesitan hombres de buena voluntad, que con hechos y no sólo con palabras ayuden a los hermanos y hermanas en dificultad; se necesitan sociedades más justas, en las que cada uno tenga una vida digna y ante todo un trabajo justamente retribuido”, afirmó el Pontífice.

Papa Francisco puso como ejemplo al Doctor de la Iglesia universal: san Gregorio de Narek, “palabra y voz de Armenia”: “nos enseña que lo más importante es reconocerse necesitados de misericordia y después, frente a la miseria y las heridas que vemos, no encerrarnos en nosotros mismos, sino abrirnos con sinceridad y confianza al Señor”.

Finalizó su intervención pidiendo a Dios “el don de no cansarse nunca de amar” y “espíritu de mansedumbre, de compasión, de amor al hombre y de misericordia”.
Aleteia
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