El papa Francisco recibió en audiencia este lunes 2 de mayo en el Vaticano a los participantes del Capítulo General de la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced en el VIII centenario de la Orden.

“El profeta sabe ir a las periferias, a las que hay que acercarse ligero de equipaje”, dijo el Pontífice a la orden de los mercedarios que se dedica–entre otras cosas- a la atención y el cuidado de los cristianos cautivos o perseguidos que están en riesgo de perder su fe.
“Testimonien, antes que las palabras, el mensaje de Jesús y su amor a la Iglesia”, instó el Papa a los religiosos congregados para el capítulo general de la Orden que se está llevando en Roma del 23 de abril al 14 de mayo. Se trata de religiosos capitulares de cuatro continentes que viven en 22 países.

“El Espíritu es un viento ligero que nos impulsa hacia adelante. Evocar qué movió a vuestros Padres y hacia dónde los dirigió, los compromete a seguir sus pasos”, invitó a los mercedarios que desde el siglo XIII organizaban expediciones para liberar a los cristianos detenidos por los extremistas islámicos.

Un llamado del Papa también a seguir su misión moderna a favor de “los perseguidos por causa de su fe y a los privados de libertad, a las víctimas de la trata”.

Precismente, los mercedarios se comprometen con un cuarto voto, añadido a los tradicionales de pobreza, obediencia y castidad de las demás órdenes, a liberar a otros más débiles en la fe, aunque su vida peligre por ello.

Después de las “grandes gestas cumplidas”, en estos siglo, ahora “la obra de la redención de cautivos”, busca nuevas metas de servicio, como manifestó el Padre Pablo Bernardo Ordoñe en sus palabras del inicio de la audiencia con el Papa.

El Pontífice les exhortó con la profecía del Evangelio a seguir su misión: “Porque ser profeta es prestar nuestra voz humana a la Palabra eterna, olvidarnos de nosotros mismos para que sea Dios quien manifieste su omnipotencia en nuestra debilidad”.

En el contexto del Jubileo, les señaló como consagrados con una misión volcada hacía la misericordia: “seguir a Cristo llevando la buena noticia del Evangelio a los pobres y la liberación a los cautivos (cf. Lc 4,18)”.

“No nos fiemos de nuestras propias fuerzas sino encomendémonos siempre a la misericordia divina”, constató.
“Dios nos ha llamado además a servirle dentro de la Iglesia y dentro de la Comunidad” añadió

El Obispo de Roma evocó la vocación de los fundadores de la orden. “Ellos fueron capaces de quedarse como rehenes junto al pobre, al marginado, al descartado de la sociedad, para llevarle consuelo, sufriendo con él, completando en carne propia lo que falta a la pasión de Cristo (Col 1,24)”.

Seguirles “es asumir que, para liberar, debemos hacernos pequeños, unirnos al cautivo, en la certeza que así no sólo cumpliremos nuestro propósito de redimir, sino que encontramos nosotros también la verdadera libertad, pues en el pobre y el cautivo reconocemos presente a nuestro Redentor”, sumó.
Aleteia
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