San Juan María Vianney decía: “Comprender que somos obra de Dios, es fácil; pero que la crucifixión de un Dios sea nuestra obra, ¡es incomprensible!”.
Afirmaba que, para recibir el sacramento de la Penitencia, son necesarias tres cosas: La fe, que nos revela a Dios presente en el sacerdote; la esperanza, que nos hace confiar en que Dios nos otorgará la gracia del perdón; la caridad, que nos lleva a amar a Dios y que inculca en nuestro corazón el dolor de haberle ofendido.
“No me encuentro bien -decía con buen humor- sino cuando ruego por los pecadores... Si ya tuviese un pie en el Cielo y me dijesen que volviese a la tierra para trabajar en la conversión de un pecador, con gusto volvería. Y si para esto fuera menester estar aquí hasta el fin del mundo, levantarme a media noche y sufrir lo que ahora sufro, aceptaría de todo corazón”.