El pasado día 1 de marzo, festividad de san Rosendo, en un momento de descanso de la persistente lluvia en la ciudad de Santiago, me fijé que uno de los árboles del Seminario Menor de la Asunción empezaba a anunciar ya la primavera. El ciclo de la vida sigue su curso, y sale adelante aunque le pongamos trabas.

Cuántas veces al mirar para nuestros jóvenes, parece que no vemos esos retoños que deseamos ver, a pesar de los esfuerzos que se hace para ir abonando esa tierra para que dé fruto, y fruto abundante. Oportunidades no faltan. Esfuerzos se hacen.

Una de esas oportunidades, no sin esfuerzo, la acabamos de vivir de forma humilde y casi sin hacer ruido en el Seminario Menor de nuestra Diócesis compostelana. La III Semana Cultural san Rosendo ha sido el abono que el equipo directivo y docente de esta Institución ha repartido en la tierra necesitada de alimentarse con las “cosas” del espíritu, que son nuestros seminaristas y nuestros alumnos.

Mirar hacia atrás para saber dónde está nuestra meta, entrar en los misterios del universo en el que vivimos, saber que el arte, la música o el teatro son parte de nuestra vida; que el deporte es algo más que fútbol; que el reunirse para recordar nos beneficia a todos, que la solidaridad con los más necesitados sigue siendo una tarea urgente, han sido las bases de esta Semana Cultural que, con la ayuda de antiguos alumnos como Xosé Luis Barreiro Rivas o Maximino Zumalave Caneda; antiguos profesores como Carlos García Cortés, figuras de la ciencia como Jorge Mira Pérez; del deporte, como Ester Pedrosa y su hija Raquel Suárez Pedrosa, la voz de la cantante de jazz Ángeles Dorrio, nos han ayudado a elevar nuestra mirada y nuestro corazón para convertirnos al amor de Dios y ayudarnos a encontrar las respuestas a las preguntas que la historia plantea continuamente. Dios es vital en la vida de estas personas.

Como la lluvia que estos días va regando nuestra tierra, la III Semana Cultural, abierta siempre a todos, también ha regado la existencia de estos jóvenes que están dispuestos a comer el mundo, como todos los jóvenes, pero que son educados en el humanismo cristiano que nos ayuda a ser gente de paz, como lo fue san Rosendo. Que esta tierra regada con tanto esfuerzo por los que han organizado esta Semana y la sabiduría de aquellos que la han compartido, sirva para ver a nuestros jóvenes en una primavera llena de ilusión por un futuro esperanzado donde Dios siempre está presente para ayudarnos. Que el sueño del gran Cardenal Quiroga Palacios siga adelante muchos años más, con la ayuda y la oración de todos.
Jesús Manuel Formoso
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