El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, animó hoy a la comunidad docente diocesana a trabajar con “rigor científico”, con “humildade” y con “entusiasmo”, características que son propias “do ensino e aprendizaxe”. Monseñor Barrio pronunció estas palabras en la homilía de la Eucaristía de inicio del curso académico del Instituto Teológico Compostelano (ITC). El arzobispo compostelano añadió que “a Palabra de Deus oriéntanos para que sexamos oleiros da caridade intelectual que sana as feridas intelectuais, ofrecendo motivos de esperanza, recoñecendo con humildade o misterio de Deus e fiándose de El. Temos que unir a verdade coa caridade e o entendemento co amor. Baixo a mirada da Santísima Virxe María, Trono da Sabedoría, e co patrocinio do Apóstolo Santiago, comezamos este curso, confiándolles o traballo e a dispoñibilidade dos Profesores, Alumnos e colaboradores nas nosas Institucións académicas e pedíndolles o gozo de vivir as dimensións profundas do traballo en atención a todas as necesidades da comunidade cristiá”. Tras la Eucaristía celebrada en la Capilla del Seminario Mayor, tuvo lugar el solemne acto académico en el Aula Magna, con la lección inaugural impartida por el profesor Jesús Niño Sánchez-Guisande, quien habló sobre “La aportación de las ciencias auxiliares de la historia en la investigación histórica: El caso de San Martín de Salcedo”.
El arzobispo compostelano animó a toda la comunidad educativa diocesana a “ver nuestra realidad con una mirada teologal, con los ojos de Jesús”, para situarse “en las periferias humanas, culturales, sociales y religiosas que han de ser evangelizadas”. Monseñor Barrio añadió que la “la Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia la periferias no sólo geográficas, sino también las existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de todas las miserias”, como dice el papa Francisco. Esta es también la preocupación del Sínodo diocesano que estamos celebrando. Es necesario volver al Evangelio y contrarrestar los valores débiles de nuestro tiempo”.

“É preciso evanxelizar a nosa interioridade”, explicó monseñor Barrio, “e seguir buscando a verdade para conseguir a sabedoría que consiste en coñecer con certeza a Deus, orixe de todas as verdades, e en afondar constantemente o sentido da verdade, base da xustiza, do respecto, da dignidade e da liberdade. É necesario comunicar esta verdade para formar verdadeiros cristiáns que sexan homes de diálogo, rectos e servizais, para ser felices e facer felices aos demais”.
Texto completo de la homilía
Inauguramos el nuevo Curso Académico en nuestras instituciones académicas celebrando la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana. Damos gracias a Dios por habérsenos revelado en su Hijo Jesucristo, y enviado su Espíritu para iluminar toda la actividad de cada día y llevar a cabo nuestra santificación. Esta actitud nos lleva a hacer una confesión de fe, de alabanza y de vida, conscientes de que “los sabios heredan honores y los necios acumulan deshonra”.

El pasaje proclamado del Evangelio nos recuerda que el Señor nos pide darlo todo. Lo que hemos recibido, no es para atesorarlo egoístamente, sino para darlo generosamente, sin reservarnos nada de lo que somos y tenemos. Con el eco de la parábola de los talentos se nos advierte que el que más tiene, está obligado a dar más. Pero el que menos tiene, también tiene la obligación de dar cuanto tiene. A todos se nos pide según la capacidad. Al que se reserva, por tener poco, por creerse poco, hasta lo poco que tenía o creía ser se le quitará. ¿Cómo entender esta enseñanza evangélica? Quién vive seguro en sus cosas, ahí mismo se queda atrapado y poco a poco se va ahogando en su propio egoísmo. Pero quien vive de los valores del espíritu, y goza compartiendo lo que tiene con los demás, su vida se carga de densidad, sus fuerzas se renuevan y todo parece renacer cada día. Es la paradoja del evangelio: morir para nacer; servir para reinar; dar para recibir.

La luz se ha de poner sobre el celemín. La luz de la gracia y de la verdad es signo de la pertenencia a Cristo con la que hemos de iluminar a los demás. “Esto tiene una consecuencia en nuestra vida: despojarnos de tantos ídolos, pequeños o grandes, que tenemos, y en los cuales nos refugiamos, en los cuales buscamos y tantas veces ponemos nuestra seguridad. Son ídolos que a menudo mantenemos bien escondidos; pueden ser la ambición, el carrerismo, el gusto del éxito, el poner en el centro a uno mismo, la tendencia a estar por encima de los otros, la pretensión de ser los únicos amos de nuestra vida, algún pecado al que estamos apegados, y muchos otros (S.S. Francisco, 14 de abril de 2013). Pensemos cuales son nuestros ídolos escondidos y pongamos al Señor como centro, como vía maestra de nuestra vida.
Comenzamos este curso con la conciencia de que es una gracia y una exigencia para buscar y conocer mejor la verdad de Dios y del hombre. “Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación” (GS 22). Las instituciones académicas diocesanas han de considerar que la investigación teológica exige no sólo la inteligencia sino también la fe, “don gratuito de Dios que hay que acoger con humildad”, encarnando “la Palabra de Dios en la propia existencia cotidiana”. Ver nuestra realidad con una mirada teologal, con los ojos de Jesús, nos sitúa en las periferias humanas, culturales, sociales y religiosas que han de ser evangelizadas. “Evangelizar para la Iglesia supone salir de si misma. La Iglesia está llamada a salir de si misma e ir hacia la periferias no sólo geográficas, sino también las existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de todas las miserias”, como dice el papa Francisco. Esta es también la preocupación del Sínodo diocesano que estamos celebrando. Es necesario volver al Evangelio y contrarrestar los valores débiles de nuestro tiempo.
É preciso evanxelizar a nosa interioridade e seguir buscando a verdade para conseguir a sabedoría que consiste en coñecer con certeza a Deus, orixe de todas as verdades, e en afondar constantemente o sentido da verdade, base da xustiza, do respecto, da dignidade e da liberdade. É necesario comunicar esta verdade para formar verdadeiros cristiáns que sexan homes de diálogo, rectos e servizais, para ser felices e facer felices os demais. Tratemos de facer unha lectura crente da realidade, mirando a Cristo que da sentido a nosa existencia. Servir á verdade leva consigo permanecer na verdade, colaborando á comprensión do maxisterio da Igrexa. O rigor científico, a humildade e o entusiasmo deben ser as características do ensino e aprendizaxe[1]. A Palabra de Deus oriéntanos para que sexamos oleiros da caridade intelectual que sanda as feridas intelectuais, ofrecendo motivos de esperanza, recoñecendo con humildade o misterio de Deus e fiándose de El. Temos que unir a verdade coa caridade e o entendemento co amor. Baixo a mirada da Santísima Virxe María, Trono da Sabedoría, e co patrocinio do Apóstolo Santiago, comezamos este curso, confiándolles o traballo e a dispoñibilidade dos Profesores, Alumnos e colaboradores nas nosas Institucións académicas e pedíndolles o gozo de vivir as dimensións profundas do traballo en atención a todas as necesidades da comunidade cristiá. Amén