El Papa Francisco pide a la ONU que actúe para frenar la violencia en Irak. Así lo expresa en una carta dirigida al Secretario General, Ban Ki-moon, en la que pide paz y seguridad para la zona y además urge a enviar asistencia humanitaria a los refugiados en el norte del país donde han huido los cristianos y otras minorías por la amenaza de los yihadistas.

Francisco también pide que se usen las normas y mecanismos del derecho internacional para parar los ataques y asegurar el regreso de los desplazados a sus hogares.

El Vaticano está ayudando a la población por varias vías. El martes viajó a Irak el enviado personal del Papa, el cardenal Fernando Filoni. Su misión consiste en llevar a las víctimas el aliento y la cercanía del Papa. El cardenal Filoni conoce bien Irak. Fue nuncio en Bagdad de 2001 a 2006 y no quiso marcharse del país cuando la guerra estalló en 2003.

Además, el Pontificio Consejo Cor Unum, el organismo dedicado a ejercer la caridad en nombre del Papa, ha socorrido hasta ahora a unas 4.000 familias gracias a Caritas y a otras instituciones católicas.

CARTA DEL PAPA A LA ONU

A Su Excelencia
Sr. Ban Ki-moon
Secretario General


Organización de las Naciones Unidas Con un peso en el corazón y angustiado he seguido los dramáticos eventos de estos últimos días en el norte de Irak, donde los cristianos y las otras minorías religiosas han sido obligadas a huir de sus casas y a presenciar la destrucción de sus lugares de culto y del patrimonio religioso.

Conmovido por su situación, he pedido a Su Eminencia el Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que ha sido Representante de mis predecesores, el Papa San Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI, ante el pueblo de  rak, que manifieste mi cercanía espiritual y que exprese mi preocupación, y la de toda la Iglesia católica, por el intolerable sufrimiento de  quellos que solo desean vivir en paz, armonía y libertad en la tierra de sus antepasados.
Con el mismo espíritu, le escribo, Señor Secretario General, y coloco ante usted las lágrimas, los sufrimientos y los gritos desesperados de los Cristianos y de las otras minorías religiosas de la amada tierra de Irak. Mientras renuevo mi llamado urgente a la comunidad  nternacional a intervenir para poner fin a la tragedia humanitaria en curso, animo a todos los organismos competentes de las Naciones Unidas, en particular a los responsables de la seguridad, la paz, el derecho humanitario y la asistencia a los refugiados a continuar sus esfuerzos conformes al Preámbulo y a los Artículos pertinentes a la Carta de las Naciones Unidas.

Los ataques violentos que están extendiéndose por todo el norte de Irak no pueden sino despertar las conciencias de todos los hombres y mujeres de buena voluntad para cumplir acciones concretas de solidaridad, para proteger a cuentos son golpeados y amenazados por la
violencia y para asegurar la asistencia necesaria y urgente a los numerosos refugiados así como también el regreso a sus ciudades y a sus hogares.

Las trágicas experiencias del siglo XXI y la más elemental comprensión de la dignidad humana, obliga a la comunidad internacional, en particular, a través de las normas y de los mecanismos del derecho internacional, a hacer todo lo posible para detener y prevenir otras violencias sistemáticas contra las minorías étnicas y religiosas.

Confiado en que mi llamado, que uno al de los Patriarcas Orientales y al de los demás líderes religiosos, encontrará una respuesta positiva, aprovecho la oportunidad para renovar a Vuestra Excelencia la confirmación de mi más alta consideración.

Desde el Vaticano, 9 de agosto de 2014

FRANCISCUS

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