El día 5 se celebró un Acto académico para celebrar el XXV aniversario de la JMJ de 1989 en Santiago, el acto tuvo lugar  en el Salón de Actos de Abanca.
El arzobispo de Santiago,  Julián Barrio; el cardenal de Madrid, Rouco Varela; el profesor Aldo Geranzani, de la diócesis de Milán; el coordinador general de la visita del papa aquel año, Salvador Domato; y el coordinador de los voluntarios de la JMJ, Víctor Cortizo, acompañados del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo; y el alcalde de Santiago, Agustín Hernández.

Entre un público enmochilado que no pasaba de una media de treinta años, esperaban la secretaria xeral de Turismo, Nava Castro; y el ex vicepresidente de la Xunta, Javier Suárez Vence, que ayudó a coordinar aquella jornada memorable junto al ex alcalde santiagués, Xerardo Estévez.


Frente a una pantalla de imágenes tomadas hace 25 años con el papa Juan Pablo II; los reyes Juan Carlos y Sofía, y fieles de todo el mundo, el coordinador general de la JMJ, Salvador Domato, reforzó la figura de Rouco como “padre y madre” del proyecto, considerado la primera jornada de jóvenes como tal tras los ensayos del 1986 en Roma y en el 1987 en Buenos Aires, cuando Juan Pablo II intentaba reconectar la Iglesia con los jóvenes. Marcó “un antes y un después” de las JMJ a nivel mundial.


Don Julián Barrio se encargó de dar la bienvenida a los asistentes, las delegaciones de pastoral y los organizadores de las parroquias presentes estos días en Compostela. Seguidamente,  donVíctor Cortizo recordó la importante labor de los “servicios del orden”, renombrados como VAS (Voluntarios de Animación y Servicio), que él lideró con 22 años y elaboró sobre la marcha, ya que no tenían precedente y que ahora se han consolidado como los organizadores de todas las jornadas de la juventud. Geranzani, que acudió a la JMJ con cincuenta fieles de Milán, nombró a Santiago como centro espiritual joven y creador de las bases que en adelante regirían las sucesivas jornadas mundiales de la juventud.

El cardenal Rouco Varela cerró el acto recordando una sociedad de hace un cuarto de siglo, “en pleno cambio, marxista, materialista y a unos meses de la caída del muro de Berlín”, que justifica su incredulidad cuando medio millón de jóvenes peregrinos se personaron en el monte do Gozo siguiendo al papa. Agradeció la labor de Juan Pablo II “capaz de conectar con los jóvenes”,  lo que hizo posible más jornadas y espera que la del 2016 en Cracovia no sea menos numerosa.


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